Cada noviembre, la maquinaria logística de Amazon entra en una fase de máxima exigencia. El Black Friday transforma el reparto urbano en un auténtico desafío operativo, donde cada segundo cuenta y las furgonetas se convierten en el centro neurálgico de una operación masiva. La presión se multiplica, los tiempos se reducen y los procesos deben funcionar con una precisión casi perfecta.
Durante esta campaña, los vehículos de reparto y sus conductores asumen una carga extraordinaria. Aumentan los trayectos, se intensifican los arranques y paradas, y el ritmo se acelera de forma constante. Para Amazon, que gestiona una de las mayores flotas urbanas del mundo, el Black Friday no es solo un pico estacional: es la prueba definitiva de resistencia, eficiencia y capacidad de respuesta.
2La otra cara del boom del comercio electrónico
El esfuerzo adicional que realizan las furgonetas de reparto se traduce también en un aumento del consumo de combustible. Durante el Black Friday, en España, el incremento supera el 7%, por encima de la media europea. Cada arranque, ralentí prolongado y maniobra de entrega tiene un coste energético, que se dispara cuando se repite cientos de veces al día.
Además de elevar los costes operativos, la situación incrementa las emisiones de CO2, suponiendo un reto para las flotas que buscan avanzar hacia modelos más sostenibles. Aunque Amazon ha intensificado la introducción de vehículos eléctricos, son los motores de combustión los que siguen absorbiendo la mayor parte de la actividad durante el Black Friday.








