Cada noviembre, la maquinaria logística de Amazon entra en una fase de máxima exigencia. El Black Friday transforma el reparto urbano en un auténtico desafío operativo, donde cada segundo cuenta y las furgonetas se convierten en el centro neurálgico de una operación masiva. La presión se multiplica, los tiempos se reducen y los procesos deben funcionar con una precisión casi perfecta.
Durante esta campaña, los vehículos de reparto y sus conductores asumen una carga extraordinaria. Aumentan los trayectos, se intensifican los arranques y paradas, y el ritmo se acelera de forma constante. Para Amazon, que gestiona una de las mayores flotas urbanas del mundo, el Black Friday no es solo un pico estacional: es la prueba definitiva de resistencia, eficiencia y capacidad de respuesta.
1El incremento de rutas: más viajes, menos distancia
Durante la semana del Black Friday, el número de desplazamientos por vehículo aumenta en España más de un 13% respecto a lo habitual. Para Amazon, que ya opera bajo altos volúmenes de reparto, ese crecimiento implica reorganizar turnos, reconfigurar rutas y ajustar el funcionamiento de su flota para absorber la nueva demanda. Cada furgoneta realiza más entregas sin casi margen para contratiempos.
Sin embargo, a pesar del aumento de trayectos, la distancia recorrida por viaje se reduce aproximadamente un 10% debido al tipo de entrega propio de estas fechas: la de última milla, con paradas muy próximas entre sí. La consecuencia es un uso más intensivo del vehículo, que debe afrontar constantes ciclos de arranque, frenado y aceleración; una dinámica que aumenta el desgaste mecánico y exige mayor precisión en la planificación.








