En Madrid, hablar de aparcamiento es hablar de conflicto diario. La falta de plazas, un tráfico cada vez más denso y la continua expansión de la ciudad han hecho que instalar parquímetros sea, para muchos vecinos, la única solución viable. En barrios como Opañel, Abrantes o Pueblo Nuevo, la petición es un clamor: sin regulación, se sienten invadidos por coches que llegan de otras zonas donde ya existe el estacionamiento regulado.
El ‘efecto frontera’ ha convertido las calles en un gran aparcadero improvisado. A medida que el Ayuntamiento ha extendido el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) a nuevas áreas, la presión se ha trasladado a los barrios limítrofes, saturándolos y complicando el día a día de los residentes. Ciudadanos que ahora exigen medidas inmediatas para poder estacionar en sus propios vecindarios.
5Parquímetros: una medida cada vez más respaldada
Si hace unos años la instalación de parquímetros generaba cierta controversia, hoy la tendencia ha cambiado. La experiencia en barrios como Comillas demuestra que el SER ordena el espacio, reduce el estacionamiento indebido y mejora la convivencia entre peatones y conductores. En la consulta vecinal de Comillas, por ejemplo, más del 86% de los votantes apoyaron su implantación.
Con más de 177.000 plazas reguladas en toda la ciudad y un servicio que se ha extendido a quince barrios desde 2020, el SER se ha consolidado como una herramienta clave para gestionar la movilidad en Madrid. Ahora, Opañel, Abrantes y Pueblo Nuevo esperan su turno para recuperar las plazas que, hasta hace poco, consideraban suyas.
