En Madrid, hablar de aparcamiento es hablar de conflicto diario. La falta de plazas, un tráfico cada vez más denso y la continua expansión de la ciudad han hecho que instalar parquímetros sea, para muchos vecinos, la única solución viable. En barrios como Opañel, Abrantes o Pueblo Nuevo, la petición es un clamor: sin regulación, se sienten invadidos por coches que llegan de otras zonas donde ya existe el estacionamiento regulado.
El ‘efecto frontera’ ha convertido las calles en un gran aparcadero improvisado. A medida que el Ayuntamiento ha extendido el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) a nuevas áreas, la presión se ha trasladado a los barrios limítrofes, saturándolos y complicando el día a día de los residentes. Ciudadanos que ahora exigen medidas inmediatas para poder estacionar en sus propios vecindarios.
4El efecto frontera, un problema en expansión

El fenómeno no es nuevo en Madrid. Cada vez que se implanta el SER en un barrio, la presión del aparcamiento se desplaza inmediatamente a las calles limítrofes que carecen de parquímetros. El resultado es que esos barrios se convierten en aparcaderos improvisados, con vehículos estacionados durante días enteros.
El Consistorio es consciente de este efecto y, por ello, ha reformado la Ordenanza de Movilidad Sostenible para permitir la ampliación del SER en hasta 20 barrios adicionales. De los 131 barrios de la capital, actualmente 55 cuentan con regulación, lo que deja un amplio margen de expansión en los próximos años.