En Madrid, hablar de aparcamiento es hablar de conflicto diario. La falta de plazas, un tráfico cada vez más denso y la continua expansión de la ciudad han hecho que instalar parquímetros sea, para muchos vecinos, la única solución viable. En barrios como Opañel, Abrantes o Pueblo Nuevo, la petición es un clamor: sin regulación, se sienten invadidos por coches que llegan de otras zonas donde ya existe el estacionamiento regulado.
El ‘efecto frontera’ ha convertido las calles en un gran aparcadero improvisado. A medida que el Ayuntamiento ha extendido el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) a nuevas áreas, la presión se ha trasladado a los barrios limítrofes, saturándolos y complicando el día a día de los residentes. Ciudadanos que ahora exigen medidas inmediatas para poder estacionar en sus propios vecindarios.
1Opañel: un barrio atrapado entre zonas reguladas

Opañel, en el distrito de Carabanchel, es uno de los barrios más afectados por el efecto frontera. El estacionamiento regulado llegó a zonas cercanas como Comillas y San Isidro, dejando a Opañel fuera de la regulación. El resultado ha sido inmediato: sus calles se han llenado de vehículos de quienes buscan evitar pagar parquímetros en los barrios colindantes.
Vecinos como los de la Asociación Comillas señalan que el cambio ha sido evidente. En su barrio, la llegada del SER ha puesto orden y reducido los coches mal aparcados en aceras y esquinas. Por ello, consideran “coherente” que la medida se extienda también a Opañel, donde ya se reclama una consulta pública para activar el servicio.