Los atascos son una realidad cotidiana que afecta a millones de conductores en todo el mundo. Perder horas frente al volante, rodeado de coches parados, no solo resulta agotador; también tiene un alto coste económico y emocional. Lejos de mejorar, la movilidad urbana parece cada vez más limitada para el ciudadano medio, atrapado en carreteras colapsadas y transportes públicos saturados.
En contraste, las élites económicas disfrutan de alternativas que les permiten escapar del suplicio: jets privados, helicópteros urbanos, chóferes que conocen rutas exclusivas o coches de lujo equipados con todas las comodidades. «Los atascos son para los pobres», expresó Wolfgang Porsche, miembro de la familia fundadora del icónico fabricante alemán. Y aunque pueda sonar elitista, hay mucha verdad en sus palabras.
5¿Hacia dónde vamos con la movilidad?

Las ciudades buscan alternativas para reducir los atascos, desde peajes urbanos hasta zonas de bajas emisiones. Pero, nuevamente, estas medidas suelen golpear más a las clases medias que a las élites. Quien tiene dinero puede costearse los peajes, comprar coches eléctricos de alta gama o incluso saltarse el tráfico en helicóptero. Quien no, debe resignarse a pasar más tiempo atrapado en su viejo coche.
La movilidad del futuro, con proyectos de coches voladores, taxis autónomos y redes de transporte inteligente, parece diseñada para quienes pueden pagar el acceso premium. Si nada cambia, la desigualdad en la movilidad crecerá aún más: los ricos se podrán mover con fluidez, pero los pobres seguirán encallados en los atascos de siempre.