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miércoles, 17 diciembre 2025

Román (45), psicólogo: «Si tienes tiempo, te explico qué es la amaxofobia»

El síndrome se da tanto entre conductores veteranos como noveles, y sus síntomas van desde aceleración del pulso hasta una aversión irrefrenable.

Imagina sentarte en el asiento del conductor y sentir de repente que algo cambia en tu interior. No son nervios por llegar tarde, ni la tensión habitual del tráfico en hora punta. Sientes como si el corazón fuera a salirse del pecho y una voz en tu cabeza te grita que va a pasar algo terrible si arrancas. Es un ataque de amaxofobia, un miedo irracional a conducir que puede afectar a cualquier persona.

¿Por qué pasa esto a alguien que antes conducía bien? ¿Se trata de un problema puntual, o de algo más grave? Román, psicólogo experimentado en trastornos diversos, nos explica este síndrome para que entiendas lo que ocurre en el cerebro.

Amaxofobia, más que un simple miedo

amaxofobia
Fuente propia

La amaxofobia no es una simple inseguridad al volante. La palabra viene del griego «amaxos» (carruaje) y «fobos» (miedo), y define un temor irracional e intenso a conducir. La clave es la palabra irracional.

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A nivel lógico, todos sabemos que conducir es una actividad cotidiana que realizan millones de personas cada día sin problemas. Sin embargo, la amaxofobia hace que cuerpo y mente reaccionen como si estuvieras delante de un león hambriento. No se trata de las precauciones que todos debemos tener en la carretera, sino de una ansiedad desbordante que te incapacita o te hace sufrir de forma exagerada mientras conduces.

Este trastorno de ansiedad se manifiesta mucho antes de que arranques el coche. A veces, días antes de un viaje la idea de tener que ponerte al volante ya te genera malestar.

Román comenta que un porcentaje significativo de conductores sufre este problema en distintos grados, desde los que solo sienten ansiedad en vías rápidas o con lluvia, hasta los que dejan de conducir por completo y tienen el coche cogiendo polvo en el garaje.

Entender que se trata de una fobia específica y no de una falta de habilidad personal es el primer paso para dejar de sentirse culpable por no poder hacer algo que parece tan sencillo para los demás.

¿Cómo saber si sufres amaxofobia?

miedo a conducir
Fuente propia

Es fundamental que aprendas a identificar las señales que tu cuerpo te envía, porque la amaxofobia ataca en tres frentes distintos y simultáneos.

Román detalla que primero notarás los síntomas físicos, que son los más evidentes y molestos. Seguramente habrás notado que tus manos sudan demasiado en cuanto agarras el volante, o que sientes una rigidez muscular en el cuello y la espalda que no es normal. También es frecuente sentir taquicardias, sensación de ahogo, mareos o incluso molestias en el estómago. Tu cuerpo se está preparando para huir de una amenaza que tu cerebro percibe como mortal.

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Pero la batalla no termina en lo físico. El segundo frente es el cognitivo, lo que piensas. Si sufres amaxofobia, tu mente se convierte en una fábrica de pensamientos catastróficos. Todo el rato te imaginas teniendo un accidente, perdiendo el control del coche, atropellando a alguien o siendo increpado por otros conductores. Román señala que se produce una anticipación negativa constante donde siempre te pones en el peor escenario posible, ignorando las probabilidades reales de que eso ocurra.

Por último, está la conducta observable, que es la evitación. Empiezas por no conducir de noche, luego evitas las autovías, después dejas de conducir con lluvia y, al final, acabas dependiendo de otros para moverte, reduciendo tu libertad y autonomía de forma drástica.

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¿Por qué aparece la amaxofobia?

accidente de trafico
Fuente: Agencias

Román nos explica que rara vez hay una única causa para la amaxofobia, sino más bien un cúmulo de factores o un detonante específico. La causa más directa es haber sufrido o presenciado un accidente traumático. En estos casos, se trata de una secuela del estrés postraumático. Tu cerebro ha asociado el coche con dolor y peligro de muerte, y cada vez que te subes a uno, se disparan las alarmas de supervivencia para evitar que vuelvas a pasar por eso. Es un mecanismo de defensa que se ha vuelto en tu contra.

Sin embargo, no hace falta haber tenido un accidente grave para desarrollar amaxofobia. Román destaca que el estrés y la ansiedad generalizada en otras áreas de tu vida pueden canalizarse hacia la conducción. Si estás pasando por una época de mucho estrés laboral, problemas familiares o depresión, eres más vulnerable a desarrollar miedos. De repente, un día tienes un ataque de pánico conduciendo, quizás por un simple mareo o un susto pequeño, y a partir de ahí el miedo al miedo aparece. Empiezas a temer que te vuelva a dar ese ataque de ansiedad mientras conduces y pierdas el control, creando un círculo vicioso del que es difícil salir sin ayuda.

Además, hay circunstancias específicas que actúan como disparadores del miedo. Conducir por autopistas o autovías suele ser lo más temido debido a la alta velocidad, ya que la sensación de que un error puede ser fatal se magnifica. También influyen mucho las condiciones meteorológicas adversas o la falta de visibilidad. Conducir de noche, con lluvia intensa o niebla reduce tu sensación de control sobre el entorno, y recordemos que la necesidad de control es una característica central en la amaxofobia. También es frecuente el miedo a conducir por lugares desconocidos, donde no sabes qué carril coger o dónde está la salida, lo que aumenta la presión y la ansiedad por cometer un error delante de otros.

¿Tiene solución la amaxofobia?

tratamiento amaxofobia
Fuente propia

Para terminar con una nota de realidad positiva, Román asegura que la amaxofobia se supera, pero no desaparece por arte de magia ni forzándote a conducir para quitarte el miedo. Eso suele ser contraproducente y puede generar una experiencia aún más traumática. La solución pasa por un proceso de reestructuración cognitiva y desensibilización sistemática. Dicho de forma sencilla, tienes que aprender a cambiar esos pensamientos catastrofistas por otros más realistas y exponerte al coche poco a poco, de forma muy gradual y controlada.

Entender el origen de tu miedo es la base. Saber que no eres torpe, sino que tienes un trastorno de ansiedad asociado a un estímulo concreto, te quita un peso de encima. No tienes que resignarte a ser copiloto toda tu vida. Tu cerebro aprendió a tener miedo y, con las herramientas adecuadas y paciencia, puede aprender a sentirse seguro de nuevo.

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