Desde las Instituciones de la Unión Europea desde hace tiempo se viene impulsando medidas en torno a una movilidad sostenible a los efectos de frenar el cambio climático. Hace poco tiempo un Parlamento Europeo dividido prohibió la matriculación de coches de combustión desde el 2035.
Esta posición política asumida sin reservas por el actual gobierno de España se traduce en un claro castigo a los motores diésel y gasolina, en los apoyos para la renovación del parque móvil que dispensa el gobierno.
Es claro un objetivo ampliamente compartido el lograr un entorno mejor conservado que además evite un deterioro del planeta. Se puede considerar que alcanzar el objetivo debe ser una acción global de todos los responsables de emisiones ya que de lo contrario no se lograra el objetivo e incluso las nuevas obligaciones impuestas a sectores productivos por países que asumen el compromiso podrían ver disminuir su mercado por la competencia de productos y servicios de países con menor compromiso.
El coche eléctrico se pone en entredicho
Es evidente que el gobierno de España en sintonía con el espíritu que animó la dividida votación en el Parlamento Europeo apuesta por la electrificación de la movilidad y ello debería ser objeto de revisión.
Según datos publicados los países que más contaminan son China; USA; Rusia; Japón y en el ámbito de la UE Alemania y por ello la Unión Europea debe valorar hasta que punto es conveniente penalizar a los motores de combustión en pro de la conservación cuando esas medidas no son compartidas por aquellos países que son los mayores emisores de contaminación.
La movilidad tanto en el ámbito de la UE como en España esta en el centro de sus respectivas políticas en esta materia. Parece que fuera conveniente considerar que también según información publicada, el sector energético genera el 60% de emisiones de CO2, el sector de la moda y la alimentación preceden en importancia como contaminantes al sector transporte a nivel global. También es importante resaltar las altas emisiones de CO2 del sector de la construcción de edificios y el uso de estos, hasta el punto de que según ciertas fuentes el 80% del parque inmobiliario de España está obsoleto.
Alemania es el país de la UE que más contamina
Así y por ellos son muchos los factores que indican que la movilidad no es el principal responsable y que además tiene, la movilidad eléctrica, ciertas limitaciones hoy y en el futuro inmediato que deberían considerarse.
Es claro que por imposición legal o política el consumidor y por ello el mercado no adopta un producto si este no le satisface. En línea con este argumento hoy la barrera precio, muy superior el del eléctrico sobre modelos de combustión, es una dificultad que dependerá de la evolución tecnológica que pueda ofrecer un producto que de mayor nivel de satisfacción al usuario-consumidor.
Por otra parte, poder incorporar de forma mayoritaria la motorización eléctrica obliga a la existencia de una eficaz red de abastecimiento que hoy no existe. La escasez de puntos de recarga, y su potencia para carga rápida es fundamental.
En relación con el particular es claro que, con un peso tan bajo de vehículos eléctricos en el conjunto de matriculaciones, en el 2022 solo al 3,7% del total, la demanda no favorece el esfuerzo inversor como tampoco lo es el tiempo largo para obtener las autorizaciones pertinentes. También hay que considerar que el desarrollo urbanístico en nuestras ciudades es vertical y la mayoría sin aparcamiento en el subsuelo lo que significa un inconveniente adicional. Quizás por ello hoy el déficit es muy importante respecto a la cifra objetivo de la red de recarga.
El coche eléctrico supone un verdadero reto para todos los sectores
Por otro lado, el empeño en forzar con tiempo tasado la incorporación de nuevas motorizaciones, incluido el eléctrico que nos ocupa, obliga a la capacitación de toda la mano de obra que hoy atiende una amplia red de talleres de asistencia, salvo que se contemple la desaparición de todo el sector, extremo en absoluto deseable.
En torno al vehículo eléctrico además se señalan características en su conducción especiales que pueden, sino se controlan, dar lugar a un riesgo no deseable y problemas de una más rápida obsolescencia, y para la gestión de las baterías en desuso.
Tal y como ocurre en la historia económica estas consideraciones serán resueltas, seguro por el desarrollo tecnológico, logrando en un tiempo un producto que acepte plenamente el consumidor impulsando su uso masivo. Así ocurrió con la sustitución del animal por el vapor y más recientemente cuando la telefonía móvil desplazó a la telefonía fija.
La posición política marcada con una carga ideológica fuerte, aun cuando busca un objetivo compartido no debe olvidar la historia ya que en caso contrario logrará enfriar al consumidor, le confundirá, afectará a las decisiones de inversión de los fabricantes y podrá tener un efecto negativo en el crecimiento económico y la creación de empleo. El mercado acepta mal las imposiciones y no se doblegará a ello, por tanto dejemos que la tecnología avance, y mientras tanto apoyemos a los vehículos más limpios y más seguros sin demonizar a ningún tipo de motorización.
Hoy por tanto no parece que la motorización eléctrica sea la solución y que lo sensato es contar con todo lo que contamina menos.
Teófilo de Luis
Presidente Alianza por la Seguridad Vial