Pocos coches pueden presumir de una vida tan intensa. Y menos aún si hablamos de un vehículo eléctrico. Pero David Blenkle, conductor profesional en Santa Cruz (California), lleva tres años demostrando que no hace falta gasolina para sumar cifras de récord. Su Ford Mustang Mach-E ha recorrido más de 403.000 kilómetros —sí, más de 250.000 millas— y sigue rodando como el primer día. Sin dramas, sin averías graves y lo que parece aún más sorprendente, conservando la batería original.
En un contexto en el que los escépticos siguen señalando la supuesta fragilidad y la limitada durabilidad de los vehículos eléctricos, la experiencia de Blenkle se presenta como un argumento contundente en sentido contrario. El suyo es un caso de uso intensivo, diario y real. Porque no hablamos de un coche mimado en un garaje con uso ocasional, sino de una herramienta de trabajo que Blenkle utiliza a pleno rendimiento.
Un Ford Mustang Mach-E al servicio de los demás

Blenkle utiliza su Ford Mustang Mach-E Premium de color negro como parte de un servicio de transporte privado en la costa californiana. De ahí que su jornada habitual supere con facilidad las 12 horas al volante. Pero su labor va mucho más allá del transporte comercial: también ofrece trayectos gratuitos a veteranos militares y a sus familias, llevándolos a consultas médicas o cementerios nacionales. Es, en definitiva, un coche que no descansa.
Y lo más llamativo es que, pese a la intensidad de su rutina, el vehículo ha mostrado una fiabilidad casi impecable. “La mayoría de la gente duda de la duración de la batería… hasta que ve el odómetro”, comenta Blenkle con humor. Un kilometraje que, por cierto, muchos modelos de combustión alcanzarían solo tras una vida larga y bien cuidada.
Una batería que aguanta el tipo

La firma del óvalo azul asegura que las baterías de su Ford Mustang Mach-E están diseñadas para mantener el 90 % de su capacidad incluso tras los primeros 160.000 kilómetros. Pero el coche de Blenkle ya ha más que duplicado esa cifra, y aún es capaz de ofrecer autonomías cercanas a los 467 kilómetros (290 millas) por carga. Y todo ello sin haber sustituido el paquete de baterías original.
La clave, en gran parte, reside en un uso racional de la carga. Blenkle suele enchufar su coche por la noche en casa, aprovechando las tarifas más económicas. En los días más exigentes, recurre a estaciones de carga rápida de corriente continua para no perder tiempo. Además, ha adoptado un consejo que cada vez comparten más fabricantes: limitar la carga al 90 % para preservar la salud de la batería a largo plazo.
Mínimos costes de mantenimiento para este Ford Mustang Mach-E

Más allá del consumo energético, uno de los grandes atractivos de los vehículos eléctricos es el ahorro en mantenimiento. Y este Ford Mustang Mach-E lo demuestra. Aunque acumula cientos de miles de kilómetros, el mantenimiento que ha requerido ha sido mínimo. Blenkle menciona apenas rotaciones de neumáticos, inspecciones rutinarias y cambios de filtro del habitáculo.
Gracias a la frenada regenerativa —uno de los sistemas clave en los vehículos eléctricos— el coche sigue usando hasta las pastillas de freno originales. Un detalle nada menor si tenemos en cuenta el peso del vehículo y las distancias que recorre a diario.
Por el mundo hay algún que otro caso digno de ser estudiado

Lo de Blenkle no es una anécdota, sino un ejemplo real de cómo la movilidad eléctrica puede ser fiable, práctica y rentable incluso en condiciones extremas. La cifra de 403.000 km deja sin argumentos a quienes afirman que los coches eléctricos “no están hechos para durar”. Cosa que también puede trasladarse al Hyundai Ioniq 5 que hace unos meses apareció por Corea con cerca de 600.000 kilómetros a sus espaldas.
Al fin y al cabo, este Ford Mustang Mach-E no solo ha demostrado ser una opción eficiente y ecológica, sino también robusta y capaz de asumir una carga de trabajo digna de los mejores diésel del mercado. Y si lo ha hecho en las exigentes calles de California, ¿por qué no podría hacerlo también en las carreteras españolas?








