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Este SsangYong Tivoli DKR pasa por nuestras manos

Conseguir la victoria en la Dakar Challenge Europea en 2017 se traducía en el pasaporte directo para poder disputar el legendario Rally Dakar. Esa fue la recompensa para el piloto Óscar Fuertes y su copiloto Diego Vallejo, quienes junto al equipo SsangYong MotorSport se plantaron en Perú para formar parte de una aventura única, la cual llegaba a su 40 edición y que les llevaría a recorrer más de 8.500 kilómetros repartidos en 14 exigentes etapas.

De los 92 coches que tomaron la salida, llegaron a Córdoba (Argentina) tan sólo 43 de ellos, y este SsangYong Tivoli DKR acabó en una meritoria trigésima posición de la general y cuartos en la categoría T1.3 en la que se encuadra este buggy 'made in Spain'.

Se fabrica en España

Conocer en primera persona a esta criatura ha sido la excusa para sentirnos pilotos por un día, pues la firma coreana nos ha dado la oportunidad de sentarnos al volante de este buggy que esconde un chasis tubular fabricado por Herrador Motorsport. A nuestro lado, es el propio Diego Vallejo quien nos da las primeras nociones de cómo poner en marcha esta máquina que es imposible que se nos cale, algo sencillo en este tipo de vehículos si no estás verdaderamente habituado a ellos. Y esto se debe a la sencilla razón de que han apostado por equiparlo con una transmisión secuencial que tiene convertidor de par… Vamos, que es automática y fabricada por el especialista Fortin, quienes también han creado su sistema de dirección con asistencia hidráulica, la cual es verdaderamente rápida, pues sólo tiene 1,75 vueltas entre topes.

Motor16

Nos colocan los arneses, el volante y ponemos en marcha su propulsor 6.2 V8 atmosférico, un bloque de origen americano que eroga 405 CV de potencia a tan sólo 4.200 rpm y también 550 Nm de par motor, cifras más que suficientes para que este buggy, el cual supera las dos toneladas de peso (hablan de 2.057 kilos en orden de marcha), pueda acelerar de 0 a 100 km/h en 4,4 segundos y alcanzar los 193 km/h. Lento no es precisamente y eso nos lo hace saber en cuanto hundimos el pedal derecho con contundencia.

Lo más sorprendente: sus suspensiones

Todo ese potencial va canalizado exclusivamente a sus ruedas traseras por medio de un diferencial del tipo Torsen, y es aconsejable quitar gas o para meter el morro en las curvas, pues debido a su configuración (motor central y tracción trasera), la parte delantera tiende a flotar. En cuestión de segundos coges confianza, mucha. Sorprende su capacidad de tracción, ayudado por unos neumáticos Yokohama Geolandar M/T G003 creados para la ocasión (cuenta incluso con sistema de autoinflado para las etapas de dunas) y; sobre todo, la facilidad para devorar las irregularidades del firme, pues el circuito donde tuvimos ocasión de conducirlo tenía un par de vuelos que despacha como si no fuera con esta máquina. Para conseguirlo, este Tivoli DKR recurre a una suspensión firmada por el especialista King que parece de otra galaxia. Equipa amortiguadores telescópicos regulables que tiene 400 y 500 milímetros de recorrido en su eje delantero y trasero respectivamente.

Una vez te habitúas a la claustrofobia de su habitáculo, te rindes ante los encantos de este Tivoli DKR, que según dicen sus creadores, 'devora' la friolera de unos 65 l/100 km, pero en un coche de carreras, el consumo queda en un segundo plano. O tercero. Más cuando sabes que en sus depósitos caben 400 litros de carburante (tiene dos de 170 y 230 litros respectivamente), suficiente para afrontar las etapas más largas de una carrera tan carismática, como dura.