Dicen que el asfalto de Le Mans tiene memoria, una memoria que guarda el eco de motores clásicos y gestas inolvidables. Y este mes de julio de 2025, ese eco resonó con más fuerza que nunca con el regreso del Škoda Sport, un coche que es algo más que metal y velocidad; es una pieza viva de la historia del automovilismo.
Tras 75 años de su debut y coincidiendo con el 130.º aniversario de la marca checa, el legendario biplaza volvió a hipnotizar a los aficionados en el prestigioso evento Le Mans Classic, demostrando que su espíritu de competición sigue intacto.
Škoda Sport: El regreso de una leyenda del Este
Desde el 3 hasta el 6 de julio, el rugido característico del Škoda Sport número 44 volvió a sonar en la pista de Le Mans. Este automóvil, meticulosamente restaurado a su estado original, no solo es una pieza de museo; es una máquina de carreras que sigue dando guerra, y lo ha demostrado con creces en esta última edición de la Le Mans Classic.
Su presencia no es casualidad; cada vez que Stanislav Kafka y Michal Velebný, los artífices de este regreso, se deslizan en su espartano habitáculo, reviven el momento. “Cada vez que nos metemos en el habitáculo original en este circuito icónico, nos imaginamos a la tripulación Bobek-Netušil tomando la salida en 1950. Es un momento verdaderamente especial para Škoda y para nosotros personalmente”, confiesan con emoción. Es la conexión directa con el pasado, una experiencia visceral que solo la autenticidad de un coche como el Škoda Sport puede ofrecer.

La gesta truncada del Škoda Sport hace 75 años
Para entender la magnitud de este regreso, hay que viajar 75 años atrás. Era el 24 de junio de 1950. A las 16:00 en punto, el piloto Václav Bobek arrancaba su carrera en las 24 Horas de Le Mans, a los mandos del Škoda Sport. En aquel entonces, la participación de un vehículo checo de Mladá Boleslav era una rareza, un desafío al Telón de Acero que dividía Europa tras la II Guerra Mundial.
El biplaza, con su carrocería de aluminio fabricada a mano y basada en componentes modificados del Škoda 1101 Tudor de producción, sorprendió a propios y extraños. Al amanecer, este humilde bólido ocupaba una meritoria segunda posición en su categoría (coches de hasta 1.100 cm³) y un impresionante quinto puesto en la clasificación general.
La fortuna, sin embargo, le dio la espalda. Tras 13 horas de competición, y con una velocidad media de 126 km/h, la rotura de un pasador del bulón del pistón desvaneció las esperanzas de una gesta aún mayor, lo que sentenció la carrera del Škoda Sport en la vuelta 121. Fue una auténtica lástima; una victoria rozada con la punta de los dedos.

El Škoda Sport era un Tudor de carreras con alma checa y tecnología puntera
Pero, ¿qué hizo tan especial a este Škoda Sport? Bajo su elegante carrocería de aluminio se escondía una ingeniosa adaptación del Škoda 1101 Tudor. Pesaba apenas 700 kg (incluyendo herramientas y repuestos). Su motor de cuatro cilindros refrigerado por agua, con 1.089 cm³ de cilindrada, entregaba 50 CV (37 kW) a 5.200 rpm, permitiéndole alcanzar una velocidad máxima de 140 km/h.
Los ingenieros de Škoda no escatimaron en detalles para la competición. Incorporaba dos faros adicionales para mejorar la visibilidad nocturna, esenciales en Le Mans, y unas aberturas especiales en la parrilla del radiador optimizadas para la refrigeración de los frenos de tambor delanteros. Su distancia entre ejes extendida a 2.150 mm aseguraba una mayor estabilidad en las veloces curvas del circuito. Incluso el combustible era una mezcla especial de gasolina, etanol y acetona, lo que le otorgaba un consumo sorprendentemente bajo para la época: 12 litros a los 100 km, una ventaja que permitía repostar con menos frecuencia que sus rivales. La electricidad corría a cargo del fabricante checo PAL, con un sistema de 12 V.
El destino de este coche, uno de los dos únicos Škoda Sport construidos, fue incierto durante décadas. Se le dio por perdido, hasta que fue redescubierto y sometido a una minuciosa restauración que duró seis años. El objetivo: preservar tantos componentes originales como fuera posible. El resultado es asombroso, con la carrocería de aluminio mostrando aún orgullosa las “cicatrices de las batallas” libradas hace más de siete décadas en la pista.
En 2022, el coche regresó por primera vez al circuito, y este año, del 3 al 6 de julio de 2025, volvió a situarse en la parrilla de salida, rindiendo homenaje a la tradición de las carreras de resistencia y al 130.º aniversario de Škoda. Su actuación en el Le Mans Classic no fue solo simbólica; el Škoda Sport finalizó en la 36ª posición absoluta, demostrando que sigue siendo un contendiente digno.
El Škoda Sport en Le Mans es más que un simple automóvil de carreras en un circuito; es un testimonio de la perseverancia, la innovación y la pasión por el automovilismo que ha caracterizado a Škoda a lo largo de su dilatada historia. Su retorno no es solo un evento; es una celebración, un recordatorio de que las leyendas, a veces, simplemente se toman un largo descanso antes de volver a rugir.






