Fue un triunfo sorpresa, pero no una victoria sorprendente. Desde los entrenamientos del viernes ya se trazaron pistas y evidencias. Incluso desde Australia, cuando Raikkonen anunciaba que «en carrera no estamos lejos de Mercedes». El viernes así se confirmó, cuando los dos coches alemanes y Raikkonen rodaron en el 1.45. «Nuestra degradación es bastante buena, y parece que nuestro ritmo es razonablemente bueno…» reconocía un esperanzado James Allison.
Una gran labor de equipo
Pero a las virtudes de Ferrari, Mercedes añadió su propio hándicap con una estrategia timorata y excesivamente conservadora, con demasiadas suposiciones sobre el comportamiento de los rivales, que al final no se cumplieron. El muro de boxes germano otorgó así una ventaja crucial a Vettel en la primera neutralización de carrera. Con aire limpio, gomas relativamente nuevas, y sus rivales enredados con pilotos más lentos al volver a la pista, el piloto alemán no desaprovechó la ocasión, abriendo el capítulo a una esperanzadora y nueva historia que contar en 2015.
No cabe imaginar que Mercedes haya perdido en una sola carrera la sensacional ventaja puesta en evidencia durante el invierno y la primera cita de Australia. Las próximas pruebas lo dirán. Las condiciones de Sepang la neutralizaron en parte, y optimizaron las del equipo italiano. En todo caso, ahora cabe esperar a los próximos grande premios un gran premio con la esperanzadora sensación que generó el Gran Premio de Australia.
Un propulsor desinflado
Y si la historia de que Mercedes pueda encontrar en Ferrari su némesis en 2015 -Red Bull ni está ni se le espera por el momento- ya es un aliciente, también lo será la progresiva evolución de McLaren, con Fernando Alonso de vuelta. Porque aunque desde la distancia, su evolución en Sepang fue extraordinaria, por ridículo que pueda parecer semejante afirmación desde el pozo de la parrilla. Fue ese segundo ganado en ritmo real frente a la primera prueba, pero también el ritmo de carrera que Alonso y Button imprimieron al MP4-30, muy superior al esperado. Todo ello, desconociendo hasta qué punto el propulsor de Honda está -y sigue- «desinflado». Pero quizás el panorama sea otro a partir del Gran Premio de España.
Gran actuación de Sainz y Merhi
En cuanto a los pilotos españoles, Carlos Sainz brilló magníficamente en su segundo gran premio, de nuevo en los puntos. Lástima ese falló del sábado, cuando literalmente volaba -así lo reconoció el equipo y él mismo- camino del Q3. Un resultado que condicionó su estrategia de carrera. Pero con temperaturas de asfalto por encima de los 60 grados, Sainz gestionó magistralmente solo dos juegos durante una prueba particularmente dura, lo que volvió a poner en evidencia una madurez superior a la esperada en un debutante. Como con Verstappen. Y cuando hubo de defender su posición -especialmente con Ricciardo- no cometió errores ni le tembló el pulso.
Por su parte, Roberto Merhi logró su gran objetivo: disputar un gran premio. Para un piloto sin soporte económico, ya lo supuso un éxito ser llamado por Manor para competir en la Fórmula 1. Pero en Sepang no conocía la pista ni en el simulador, y el equipo británico no cuenta con ninguno como para ofrecer a sus pilotos el contacto virtual con su monoplaza. Por ello, acumular el mayor número de vueltas posible fue el mejor regalo si el castellonense sigue vinculado a Manor en la próximas carreras.
¿Ha alcanzado Ferrari a Mercedes? ¿O fue la victoria de Vettel un espejismo que se paseó por el achicharrante calor de Sepang? ¿Cuánto tardará McLaren en acercarse al grupo de cabeza? ¿Seguirá Carlos Sainz en su magnífica línea en ese gran duelo que se anticipa en Toro Rosso con Max Verstappen? ¿Cuajará Roberto Mehri toda la temporada con Manor? Que el Gran Premio de Malasia suscite tantos interrogantes ya ha sido un gran éxito -y fuente de oxígeno- para la Fórmula 1.