comscore

«Nunca me fui»: la vuelta de Daniel Ricciardo, y también de McLaren

En los peores momentos de su proceso de adaptación al MCL35M, el responsable de McLaren, Zak Brown, le hacía una propuesta a Daniel Ricciardo: si lograba subir al podio le dejaría probar una de las joyas de su colección automovilística personal: el coche número 3 de Dale Earnhartd, 'The Intimidator', la famosa leyenda de la Nascar americana, fallecido en accidente en las 500 Millas de Daytona y héroe del australiano, quien estaba sufriendo una auténtica pesadilla para poder exprimir su nuevo monoplaza a diferencia de las actuaciones estelares de Lando Norris. Brown no se atrevería a imaginar que tuviera que cumplir la promesa porque su piloto subía a lo más alto del cajón de Monza. Desde el GP de Brasil de 2012 McLaren no ganaba una carrera. Para colmo de la felicidad, Lando Norris culminaba un sensacional e inesperado doblete en el GP de Italia, el primero desde Canadá 2010. Hay días en los que todo sale absolutamente redondo.

En teoría, Monza se propiciaba para la potencia de Mercedes y la concepción aerodinámica de bajo 'rake' de su monoplaza. Era la oportunidad de Lewis Hamilton para recuperar terreno frente a Verstappen. Efectivamente, parecía confirmarse el pronóstico en los entrenamientos. Pero en el GP de Italia se introducía por segunda vez el concepto de clasificación al Sprint. Y el orden natural que se esperaba para la parrilla de salida quedó alterado por la mala arrancada de Lewis Hamilton, que le dejó vulnerable para la carrera, en la que necesitaba una estrategia diferente para adelantar a tres pilotos si quería lograr la victoria. Entre ellos, Max Verstappen, con un Red Bull sensiblemente inferior. Pero en el grupo de cabeza hubo invitados sorpresa: los dos monoplazas de McLaren. Sin embargo, todos los pronósticos saltaron por los aires, incluso con Max Verstappen arrancando desde la primera posición tras la sanción del ganador del sábado, Valtteri Bottas.

Motor16

Hamilton y Verstappen, autoeliminados

Como en la edición de 2020, hacían falta acontecimientos especiales que rompieran con el marco esperado. Entonces ganó Pierre Gasly, con Sainz en la segunda posición y Stroll, tercero. Y de qué manera llegaron este año. Por segunda vez en cinco carreras, Lewis Hamilton y Max Verstappen se eliminaron con un polémico incidente en una espectacular escena que, sin duda, pasará la historia de la Fórmula 1 y del duelo entre ambos. De nuevo ninguno de los dos cedió en otro duelo directo. Si parecía imposible que se repitieran las escenas de Silverstone, las de Monza ya no se antojan serán las últimas de la presente temporada. Porque si algo han confirmado ambos pilotos es que ninguno va a ceder en un enfrentamiento directo. En esta ocasión Verstappen fue penalizado. Y aunque se trataba a todas luces de un incidente de carrera, los comisarios quizás se vieron obligados a aplicar la ley de la compensación tras la sanción a Hamilton en Silverstone.

En esta ocasión, sin embargo, el holandés se colocó en una situación comprometida, que pudo haber evitado con un poco de inteligencia. Sin espacio suficiente para entrar por el interior, como confirman otros tantos incidentes similares en esa curva. También pudo haber seguido recto, como otras maniobras similares de otros pilotos en tantas categorías. Pero Verstappen, consciente de que su monoplaza no tenía la velocidad del Mercedes, se jugó la que quizás considerara su única oportunidad para adelantar a su rival. De no lograrlo en ese momento quizás era consciente de que no habría otra oportunidad. Pero Verstappen no está cableado para ceder nunca. Y, en ocasiones, tal obstinación tiene un precio a pagar. Se antojan ocho carreras electrizantes hasta saber quién es el campeón de otro histórico duelo.

Motor16

«Nunca me fui». La frase era repetida en varias ocasiones por Daniel Ricciardo tras su primer triunfo con McLaren. Protagonista por su desazonador e inesperado debut con McLaren hasta el verano, nadie pensaría que sería el australiano y no Lando Norris quien lograr el triunfo, dado el extraordinario campeonato que el británico está llevando a cabo. Pero la potencia de su nuevo motor Mercedes combinada con su agilidad y tracción en las más lentas variantes colocaron a los dos monoplazas británicos en condición de optimizar los errores de sus rivales. Y de qué manera. Ricciardo dominó de principio a fin. Quién lo hubiera dicho cuando en Mónaco se mostraba totalmente desolado y desconcertado ante un Norris que le sacaba un segundo en entrenamientos. En un momento dado de carrera, el británico le dijo lo mismo al equipo por la radio: «es muy lento», pidiendo paso o que imprimiera mayor ritmo. Pero Ricciardo ya parece otro piloto a bordo del McLaren. El podio de Monza y la celebración protagonizada por sus pilotos y el propio Zak Brown se convirtió en uno de los mejores momentos del año.

El GP de Italia resultó anodino para los dos pilotos españoles, pero tanto Carlos Sainz como Fernando Alonso salieron con mejor botín del esperado antes de comenzar el fin de semana. Ferrari temía el precio a pagar por su menor potencia «20 cv», cuantificaba Mattia Binotto. Para compensar, el equipo italiano optaba por una puesta a punto en el SF21 muy descargado de atrás, pero que sentaba de forma diferente a sus dos pilotos. «Creo que el fin de semana al final lo hemos salvado más o menos, pero ha sido muy duro», resumía Carlos Sainz, «no he ido cómodo en ningún momento, deslizando de atrás, degradando el neumático de atrás. Cada vez que teníamos una pelea nuestra velocidad punta no era la mejor para defendernos. Hemos tenido el podio cerca, lo veíamos, estábamos a dos o tres segundos, pero en ningún momento me he sentido capaz de ir a por ello, de tener la velocidad punta y la confianza en el coche para atacar». Por el contrario, Leclerc se adaptaba mejor a un monoplaza que inspiraba menos confianza al español, empeorada por el tercer accidente en cuatro carreras que sufría el sábado en la Variante Ascari. Cuarto y sexto, Ferrari esperaba un peor resultado. Pero los incidentes de Hamilton, Verstappen y Gasly ayudaron a salvar la cara ante los tifosi. Sin embargo, Carlos Sainz necesita levantar el vuelo bajo de estas últimas carreras.

Alonso, por el contrario, salió más que satisfecho de Monza con el octavo puesto a pesar de una monótona jornada para el asturiano. «Nos clasificamos decimotercero y decimocuarto el viernes. Quizás éramos el sexto o séptimo coche en pista, así que era nuestra posición real. No nos podemos permitir ninguna salida ni un trompo, ni un toque, ni una mala parada en boxes», explicaba para confirmar hasta qué punto se habían optimizado las opciones de Alpine en Monza. «Tenemos que hacer todo perfecto para ver si vamos arañando de aquí y de allá. Hemos hecho otra ejecución casi perfecta. Fue una pena lo de Bélgica, porque hubiera sido el décimo gran premio puntuando de forma consecutiva», presumía al final el asturiano, que si lleva retribución por puntos en 2020 estará haciendo una gran bolsa esta temporada. Otro gran premio más sacando petróleo, puntos y dinero, también para Alpine.