El Gran Premio de Francia fue para Lewis Hamilton una carrera en la que nunca necesitó mirar hacia atrás. Tanto, que en la sala antes de entrar al podio vio por primera vez el incidente de Sebastian Vettel con el que este hipotecó la actuación de Valtteri Bottas. Porque el piloto británico dominó a placer en Paul Ricard, haciendo oscilar en esta ocasión a su favor el péndulo de la lucha por el título, en el toma y daca que mantiene a distancia con Sebastian Vettel esta temporada. El único estímulo en la lucha por el título, ahora yo, ahora tú, a través de carreras de dinámica soporífera. Pero este es otro tema.
«¿Por qué Vettel solo ha tenido segundos de penalización por su enorme error? se quejaba Niki Lauda al final de la carrera, «cinco segundos no es nada, no solo destrozó su carrera, sino también la de Bottas», denunciaba el austríaco. Y no le faltaba razón. «Si alguien arruina tu carrera y luego te dan una palmadita en la mano, eso está bien, pero no deberías ser capaz de llegar a meta delante de la víctima», denunciaba también Hamilton tras la prueba. La «palmada en la mano» fue un castigo benigno para los varios incidentes provocados por Vettel durante el Gran Premio de Francia, que además le permitió amortiguar el golpe de sus errores y retraso al comienzo de la prueba. Max Verstappen miraba el incidente con Hamilton tras la carrera como diciendo «si lo hubiera hecho yo…». Quién sabe el gran valor que al final de temporada podría tener para Vettel esa simple palmadita.
Tremenda superioridad de Mercedes
En todo caso, la brutal superioridad de Mercedes con su nueva evolución de motor y la naturaleza de las próximas pistas (Spielberg, Silverstone) supondrán un gran desafío para Ferrari, que da una de cal y una de arena según el circuito. Afortunadamente, entre los siguientes escenarios también se cuenta Hungaroring, por lo que se espera por el bien del campeonato que el péndulo siga oscilando entre los dos aspirantes al título. Aunque no en carreras tan soporíferas, por favor
El Gran Premio de Francia volvía al calendario tras una larga ausencia, pero se convirtió en una pesadilla para los pilotos franceses, Ocon, Grosjean y Gasly. No así para Renault, que casi logra en casa uno de los mejores resultados de la temporada con Carlos Sainz, y sus dos pilotos entraron nuevamente en los puntos para asentarse el equipo cada vez más sólidamente en la cuarta posición de Constructores.
Sainz, a punto de su mejor resultado con Renault
Pero la mejor noticia para Sainz es la confirmación de su progresión frente a Nico Hulkenberg, especialmente los sábados. Ambos pilotos mantienen un intenso pulso en el que el alemán empezó doblegando el brazo del español durante la primera parte de la temporada, con dos o tres décimas de ventaja cruciales en los entrenamientos clasificatorios que tanto determinaban el duelo entre ambos el domingo. Sainz siempre argumentó que la progresiva compenetración técnica con su nuevo monoplaza le permitiría limarlas poco a poco. Lo hizo en Mónaco, y contundentemente en el Gran Premio de Francia, ante la cúpula de la marca francesa. Llegó incluso a rodar en tercera posición, y solo una unidad de potencia renqueante en los compases finales impidió rematar el sexto puesto que tenía a su alcance. Poco a poco, Sainz empieza a echar para atrás el brazo de su compañero. Con su contrato en juego para el próximo año, que Renault parece querer firmar a toda costa. Con permiso y acuerdo de Red Bull.
Y mientras que Carlos Sainz confirma su tendencia ascendente, Fernando Alonso vive en dinámica opuesta. En cuestión de siete días pasaba de la gloria de Le Mans, al calvario de Paul Ricard. Si en las 24 Horas se veía a un piloto pletórico, autor de una magistral actuación decisiva para la victoria de Toyota, en el Gran Premio de Francia fue rehén de la precaria situación de McLaren. Días antes de la carrera, la prensa británica desvelaba la contestación interna de una parte de la plantilla a la gestión del equipo. En Paul Ricard, Zak Brown reconocía una cruel realidad técnica con el MCL33. «Hemos identificado las áreas en las que tenemos un problema. Está en la aerodinámica, y es algo que no aparece en el túnel de viento. Sin embargo, pero no podemos replicar el problema. Sabemos lo que perseguimos. Lo que no tenemos obviamente es la solución…». Todo ello, a mitad de temporada, y con cuatro carreras en las cinco próximas semanas.
Y en semejante paisaje, Alonso comienza a dar muestras de cansancio ante una Fórmula 1 con señales de agotamiento, lo que permite presumir un posible adiós de la disciplina si no cambia el panorama con la hoy remota oportunidad de saltar a Red Bull, Ferrari o Mercedes. «Sin frenos, sin neumáticos, estamos fuera de los puntos, pero no me importa demasiado», se le llegaba a escuchar por la radio. Abandonaba en la última vuelta con una rueda «mirando para Cuenca», en la mejor metáfora de la situación actual de McLaren. Las razones y las excusas se van agotando para Fernando Alonso.