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Mercedes hizo ver las estrellas a Ferrari. Toro Rosso, también las suyas

La semana llegaba precedida por las declaraciones de Luca de Montezemolo sobre la marcha de Alonso de Ferrari. El equipo italiano no quería seguir con el piloto español. Este, no quería repetir la misma dinámica de tantas temporadas, con los monoplazas italianos siempre a la estela del equipo dominador, nunca por delante. Cuando Ferrari introducía un importante paquete aerodinámico en Montmeló y terminaba -Vettel- a 47 segundos de Rosberg, quizás Alonso sintiera que el tiempo reasentaba en sus razones para el cambio. Porque Ferrari recibió un cubo de agua helada en su cabeza.

Puede que, como reconocía Vettel,  el nivel mostrado por el SF15 T en Montmeló haya estado solo puntualmente por debajo de la media de las cuatro primeras carreras.  Quizás -e inesperadamente- las particulares circunstancias del trazado catalán hayan desdibujado momentáneamente sus virtudes. Pero que sucediera cuando Mercedes también ha introducido avances y modificaciones debe resultar descorazonador, por lo que supone como posible patrón para las próximas carreras. Aunque dejemos Mónaco dentro de un paréntesis, por si acaso, Mercedes vuelve a marcharse.

Pobre imagen de McLaren

Y aunque Alonso  pueda quizás sentirse reafirmado por la realidad, tampoco  podrá encontrar satisfacción con la imagen  de McLaren en el Gran Premio de España. El Q3 queda todavía muy lejos el sábado. El domingo, el ritmo de carrera tampoco fue para tirar cohetes. Button rodó anónimamente, de nuevo doblado. Y Alonso abandonaba por un problema mecánico inusual. Si McLaren ha recogido datos positivos de puertas para adentro Montmeló, resultaba difícil apreciarlas desde fuera.

Y gran resultado en Toro Rosso

Pero el fin de semana ofreció también grandes satisfacciones para los amantes de la Fórmula 1. Porque tanto Carlos Sainz como Max Verstappen han vuelto a confirmar que estamos ante la eclosión de dos futuros campeones. Dos debutantes en  tercera línea de parrilla con un Toro Rosso confirman que el equipo italiano cuenta con un extraordinario chasis, al menos en pistas como la catalana. En esto, ambos han tenido suerte. Pero también algo más.

Ambos pilotos son patos sentados en carrera, como pudo ponerse nuevamente en evidencia en Montmeló. Sin embargo, ambos derrochan velocidad genuina los sábados, pero también colocan al monoplaza de James Key en cotas inesperadas el sábado gracias al talento de quienes cada fin de semana ruedan en milésimas uno del otro, en un toma  y daca constante.

Sainz, sublime

En el caso de Sainz, el piloto español estuvo sublime en el Gran Premio de España. Con una vuelta increíble en el Q3, en el momento de mayor presión,  y ante un solo intento. El sábado, en el corralito de las televisiones, fue el último en salir, tal era su demanda. Y el domingo llevó a cabo una actuación estratégicamente muy  hábil con los neumáticos. Aguantó el tipo como pudo en el primer relevo, tradicionalmente el peor para su monoplaza, y se guardó las balas para el último, mimando su mejor compuesto de gomas hasta sacar el cuchillo al final de la carrera.  Sainz lo tuvo todo en Montmeló. Aunque solo fraccionalmente por detrás, Max Verstappen también.

Pero el español fue más completo: velocidad e inteligencia a partes iguales. Para los jóvenes pilotos de Toro Rosso, se intuye que este solo es el comienzo de una brillante carrera en la Fórmula 1.