«Siempre hay una razón por la que logro puntos aquí, una motivación extra, unas buenas sensaciones extras que disfruto mucho aquí. No estará esta vez mi tribuna especial, estoy un poco triste, pero a la vez traigo un casco especial, he hecho todo lo posible, lo que he podido para que la gente esté lo más cerca posible del gran premio». Carlos Sainz llegaba al GP de España, a 'su' carrera, con una doble motivación: aprovechar «mi pista talismán» para terminar con la racha de mala fortuna que le costaba «unos 25 puntos, he calculado, y que nadie me va a devolver». Sin público en las tribunas ni su famosa «Grada Carlos Sainz», el español traía un casco especial en reconocimiento a todos los afectados por el coronavirus, una iniciativa individual que rompiera el monopolio al que Lewis Hamilton está sometiendo a la Fórmula 1 con su personal cruzada contra el racismo.
Las paradas en boxes del Red Bull Ring, Hungría y segunda carrera de Silverstone, el cuarto puesto perdido a falta de una vuelta tras el reventón de la segunda carrera británica… Sainz necesitaba una carrera sin incidentes ajenos a su rendimiento para romper la tendencia. Ningún escenario más propicio que el GP Premio de España. Pero en esta ocasión no se antojaba un territorio fácil a pesar de su simbiosis emocional y deportiva con el trazado de Montmeló en el pasado. Menos, tras los primeros entrenamientos del viernes. El MCL35 repetía los mismos problemas de temperatura con su motor que habían condicionado las dos carreras anteriores de Sainz. McLaren ofrecía ritmo a una vuelta, pero era desplazado en las tandas largas con una gran degradación frente a sus rivales directos. Si Sainz no aprovechaba ese rendimiento a una vuelta de su monoplaza, ni siquiera los buenos espíritus de Montmeló podrían oficiar como en el pasado.
Un séptimo en parrilla agridulce
McLaren cambió primero el chasis de Sainz, y llevó a cabo todo tipo de pruebas. Sin éxito, hasta el punto de decidir montar el propulsor destinado al GP de Bélgica. Y el panorama comenzó a cambiar. El sábado, el español aprovechó esa única bala que necesitaba acertar en la diana. El séptimo puesto dejaba sensaciones agridulces: se había escapado el Red Bull de Albon. Pero tanto Ferrari, como Renault y también Lando Norris arrancarían por detrás. Quedaba rematar la oportunidad con una estrategia de carrera audaz. McLaren apostó por ella. Solo faltaba ejecutarla en con esa «ejecución perfecta», que pedía Sainz el sábado tras los entrenamientos.
El GP de España de McLaren y Carlos Sainz se convirtió en la materialización de esa impecable actuación en todas las decisiones, momentos y acciones del equipo y su piloto en pista. Desde la salida, al no perder la séptima posición cuando a punto estuvo de quedarse encajonado por dentro en la primera curva. Con la estrategia a dos paradas y dos compuestos blandos en los primeros relevos, McLaren no dudó tampoco en seguirla a rajatabla a pesar de la incertidumbre de las distintas estrategias de todos sus rivales directos. Exigía además del piloto el ritmo y la agresividad en pista necesarias para adelantar y no perder las ventajas del compuesto más blando cuando se caía en tráfico por detrás. Pero, con dos paradas necesarias, también flotaban los demonios en boxes de carreras anteriores. «Estoy contento por los mecánicos, seguro esto les da un poco de confianza con esas cuatro paradas buenas y espero que nos sirva para coger algo de confianza», declaraba el español al final de la prueba para reconocer el trabajo de los suyos. Porque su papel también fue crucial en la estrategia de McLaren, y en todas ellas los mecánicos bajaron de los tres segundos, a diferencia del resto de la temporada. La «ejecución perfecta» de la estrategia seguía su camino.
Sainz la remató definitivamente al defender vigorosamente la sexta posición ante los ataques de Alex Albon al salir este por última vez de boxes. McLaren le había ganado la partida a un Red Bull, infinitamente más rápido el viernes. Cada decisión fuera de la pista y cada movimiento en ella había resultado impecables. «Carlos maximizó todo lo que teníamos» sentenció Andreas. Faltó un segundo y medio para aprovechar la sanción a Checo Pérez y terminar quinto, un año más, en Montmeló.
Curva 5, una grada vacía
«Cuando he pasado por la Curva 5 he mirado a la grada, no había nadie, siempre lo celebro con ellos, y me ha dado bastante pena. Ojalá sea la última carrera y volvamos todos el año que viene», lamentaba Sainz al final de la prueba. Antes de arrancar, había tomado otra decisión. «Todos hemos sufrido, pero hay gente que ha sufrido más que otros, así que quería asegurarme el lanzar un mensaje de apoyo. Lo que he planeado es mantener este casco para el resto del año, porque refleja el año extraño que estamos viviendo y atravesando, también las carreras en el futuro, este extraño 2020 en general. Probablemente seguirá conmigo en el futuro». Un año más, la historia de Carlos Sainz en Montmeló en el Gran Premio de España era fiel a su destino común. «Este gran premio siempre ha sido un buen sitio para mí, un territorio 'de caza' con carreras muy fuertes y puntos. Siempre me siento un poco más nervioso, de forma positiva, porque hay mucha gente me anima, como se dice en el fútbol, es el factor de jugar en casa».
¿El resto? Lewis Hamilton camina hacia su tercer título ante la impotencia, una vez más, de Valtteri Bottas. Max Verstappen se interpone una vez más en el camino del finlandés. Y Ferrari sigue buscándose a sí mismo. Pero no se encuentra. Ni lo hará en mucho tiempo.