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El día que Sainz rompió todos los esquemas en la Fórmula 1

«Estoy muy decepcionado no tengo muchas ganas de hablar. Estoy muy enfadado ahora, así que no tengo ganas de compartir muchas cosas». Pocas veces se había visto así a Carlos Sainz esta temporada. Ni siquiera había podido dar una vuelta en los entrenamientos oficiales del Gran Premio de Brasil. Estaba condenado al último puesto de la parrilla de salida. «¿Remontar? No tenemos la ventaja de ritmo en esta pista que teníamos en otras, no tenemos ninguna ventaja sobre la clase media, así que recuperar va a ser muy complicada. Hemos visto este año que en algunas pistas y en cierto tipo de curvas no somos muy fuertes», explicaba el piloto español «esta pista tiene muchas de esas curvas, la razón de que nuestro rendimiento haya bajado. Esto no significa que no podamos entrar en los puntos, significa que será más duro que en Austria, por ejemplo, con un coche que era mejor». Al día siguiente, Carlos Sainz había logrado su primer podio en la Fórmula 1, y McLaren, el primero desde 2014.

Para un resultado semejante, hizo falta que el Gran Premio de Brasil se volviera loco. Trazado que propicia carreras impredecibles, fue un año más fiel a su naturaleza. Verstappen arrancando en cabeza, Hamilton superado por un Alex Albon al que terminó sacando de la pista, los dos Ferrari liquidándose mutuamente, un Pierre Gasly en segunda posición. Y en semejante escenario, un Carlos Sainz que protagonizaba una de las mejores carreras de cualquier piloto en 2019. Porque no todos los días se remonta desde la última posición hasta el podio con un monoplaza de la clase media. Sobre todo, si es además el primero de tu carrera.

El sexto puesto del campeonato, en juego

Sainz se jugaba la sexta posición del campeonato con Albon y Gasly, quienes arrancaban entre los diez primeros. McLaren podía asegurar el cuarto puesto final. La única vez que Sainz se vio en una situación similar fue en el Gran Premio de Austria, cuando penalizaba por cambio de motor y salía desde el fondo de la parrilla. Pero en Spielberg contaba con un monoplaza muy superior al de Interlagos, y voló hasta la octava posición. «Ni en mis mejores sueños. Imaginaba décimo, noveno, haciendo una carrera perfecta», anticipaba Sainz para la carrera brasileña. Para lograr sus objetivos iniciales, Sainz y McLaren apostaron por navegar a contracorriente. «Decidimos ir a una parada, porque creía que era la mejor decisión para estar fuera de tráfico, saliendo tan atrás, había que intentar hacer lo contrario que todo el mundo». Ni el propio piloto esperaba lo que llegaría después.

Sainz arrancaba con el compuesto más blando, pero imperativamente tenía que aprovecharlo ganando todas las posiciones posibles en las primeras vueltas. Salió desbocado, «arriesgando quizás más que nunca». Fueron cayendo rivales, hasta llega al espectacular adelantamiento a Sergio Pérez, uno de los más arriesgados y brillantes de Sainz en 2019. «Creía que me lo llevaba puesto». Pero la estrategia a una parada exigía cuidar el segundo juego de neumáticos para intentar superar en meta a los pilotos con estrategia a dos paradas. Según avanzaba la carrera, Sainz quedaba en situación de riesgo y vulnerabilidad frente a sus perseguidores. De hecho, fue el único piloto que pudo llevar a cabo una sola parada entre todos los rivales. Y la habilidad para gestionar dicha estrategia fue una de las claves de su éxito.

Pero varios momentos de carrera vinieron en beneficio de Sainz. Tras el abandono de Bottas, Sainz y su ingeniero tuvieron que decidir en cuestión de segundos. ¿Entrar, o no entrar? Tom Stallard y su equipo lo vieron claro. Dentro del riesgo que suponía cualquiera de las dos opciones, era cuestión de asumir el más favorable «Si entras, caes al P15 sin delta de neumático. La mejor opción para puntuar es quedarte fuera». Las opciones seguían siendo reducidas.

Los coches de seguridad, decisivos

Pero otros rivales llegaron en ayuda de Sainz con sus incidentes y los dos coches de seguridad dieron respiro al español, que podía conservar algo más sus agonizantes neumáticos, pero amenazado por un grupo perseguidor con gomas más frescas. De ellos tenía que defenderse en los compases finales, con menos armas a su favor. «Dos resalidas del coche de seguridad, con el neumático usado, me costaba mucho calentar el neumático y aún así tenía que defender como podía». Sainz encontró oxígeno en el incidente entre Hamilton y Albon y el coche de seguridad que vino a continuación. Pero las dos vueltas finales se convirtieron en el dramático colofón de tan épica y agónica carrera

Raikkonen disponía de los dos giros finales bajo bandera verde para tirarse a por Sainz. Contaba con gomas blandas y nuevas y todo a su favor. Pero Sainz supo defenderse espectacularmente para entrar finalmente en cuarta posición en la meta. «Es que me ha salido todo, es de esos días que te sale todo a la perfección…». Aún restaba el último golpe de efecto. Hamilton era sancionado y Carlos Sainz heredaba la tercera posición. Su primer podio, con una celebración en solitario y singular para una carrera única. El número cien para España en la Fórmula 1. El primero para McLaren desde 2014, que además aseguraba la cuarta posición final en el campeonato. Al final, cabía dudar qué resultaba más emocionante: que Carlos Sainz lograra su primer podio, o la forma en que lo consiguió.