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El singular destino de Charles Leclerc en la vida y en las carreras

Era un triunfo anunciado y esperado desde el principio del campeonato, pero llegó bajo especiales condiciones emocionales. Como aquella actuación en Fórmula 2 en Bakú, poco después del fallecimiento de su padre, y que prácticamente le daba el título en la categoría. Como era la cercanía con el último piloto que fallecía en la Fórmula 1 en accidente, su amigo íntimo Jules Bianchi. Como su primer triunfo con Ferrari, al día siguiente de fallecer su amigo de la infancia Anthoine Hubert. A cada golpe personal, un triunfo deportivo. De aquí que también se haya convertido en Spa en el ganador más joven en la historia de Ferrari. Con veintidós años. Solo alguien dotado de una singular contextura psicológica puede soportar la enorme presión que rodea a la Scuderia.

Pero era cuestión de tiempo. Charles Leclerc debía haber ganado en Bahrein, pudo haberlo logrado en Bakú, se le escapó su primer triunfo en las últimas vueltas del Gran Premio de Austria. En Alemania, el error fue suyo. Pero el Gran Premio de Bélgica, una semana antes de Monza, era una ocasión irrenunciable para que Ferrari lograra su primera victoria en 2019. Ni el piloto ni el equipo podían fallar. El último piloto que en Spa lograba su primera victoria en la Fórmula 1 se llamaba…Michael Schumacher. Otro guiño a su destino con el equipo italiano.

Dominio total de Ferrari

El desarrollo de la temporada ha confirmado las debilidades y fortalezas del SF90. Con altas velocidades puntas fruto de la potencia de su motor y una configuración aerodinámica castrada para las curvas lentas, el trazado belga se antojaba escenario tan idóneo o más que otras desaprovechadas pistas. Red Bull superaba a Ferrari en las últimas carreras de forma sonrojante, especialmente en Hungría. Ganar en Spa era algo más que una cuestión de honor que de orgullo. Y para Charles Leclerc, de confirmar su talento en lo alto del podio por primera vez. Las circunstancias quisieron tristemente que, además, se tratara de homenajear a su amigo. Las pegatinas en su volante y habitáculo así lo recordaban.

En Spa, y durante jueves y viernes, los dos pilotos de Ferrari dominaron sin contemplaciones a sus rivales. Resultaba crucial -como luego se confirmaría en carrera- que los monoplazas italianos coparan la primera línea para frenar a Mercedes. Pero las siete décimas del monegasco a Vettel el sábado prácticamente anunciaban al ganador el domingo. Siempre y cuando sus pilotos pudieran defenderse del superior ritmo de carrera mostrado por Mercedes el viernes. Sin embargo, la caída de las temperaturas el domingo jugó a favor del SF90.

Como estaba previsto, el monegasco dominó una carrera en la que Max Verstappen se autoeliminó inmediatamente, para enorme disgusto de los miles de aficionados holandeses desplazados para la ocasión. Vettel fue incluso subordinando y sacrificado por parte de Ferrari al recibir instrucciones para dejar pasar a su compañero de equipo. Nada debía impedir el primer y demorado triunfo italiano. La resistencia del alemán resultó crucial para ralentizar a Lewis Hamilton, quien remontó hasta ponerse a la estela del monegasco en los compases finales de la carrera. Un par de giros más, y quizás hubiera sido otra la historia. Pero Ferrari finalmente se descargó de la inmensa presión que arrastra antes de acudir la próxima semana ante los tifosi. Y Charles Leclerc se ha erigido definitivamente como el nuevo líder de Ferrari. Porque, a día de hoy y con el SF90, Sebastian Vettel no parece tener armas contra el monegasco.

«Por un lado, era el sueño que tenía desde niño, y se ha hecho realidad. Por otro, ha sido un fin de semana muy difícil», explicaba Leclerc nada más bajarse de su monoplaza mientras recordaba sus carreras de la infancia con Hubert, Ocon y Gasly. «Antes que nada, hemos perdido un amigo, es muy difícil en estas situaciones, así que me gustaría dedicarle la victoria. Crecimos juntos, mi primera carrera con siente años fue con Anthoine. No puedo disfrutar mi primera victoria, pero es un recuerdo que vivirá conmigo para siempre». En Monza, el próximo domingo, quizás pueda vivir una segunda victoria en Fórmula 1 con otro sabor.

Sainz, fin de semana para olvidar

Para Carlos Sainz y McLaren, el Gran Premio de Bélgica significó un amargo aterrizaje con la dura realidad de las carreras. De la satisfacción del rendimiento logrado en la primera parte de la temporada, al recordatorio fulminante de que el cuarto puesto en la clasificación final sigue totalmente abierto. El piloto español rodó un giro en los entrenamientos, y ninguno en carrera. Así fue su fin de semana. Pero la sorpresa de un MCL34 que resucitó inesperadamente el domingo se hizo más cruel ante el abandono de Lando Norris en la última vuelta, con otro quinto puesto consecutivo para McLaren y diez puntos al alcance de la mano. Sin embargo, el Gran Premio de Bélgica recordó que existen mayores tristezas que las que un gran premio pueden deparar a un equipo y sus pilotos en un circuito de carreras.