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El boomerang australiano da la vuelta para Hamilton y Alonso

Lewis Hamilton y la Fórmula 1 competían en Australia, y quizás por ello el británico no se dio cuenta del boomerang que había lanzado el sábado, exultante tras la paliza a sus rivales con su espectacular pole. «Esperaba para borrarte la sonrisa de la cara» espetaba a Sebastian Vettel en la rueda de prensa. «Lo que va, vuelve. Tú celébralo esta noche, que mañana a lo mejor lo celebramos nosotros». El alemán no perdió la sonrisa desde que se bajó de su monoplaza tras haber ganado el Gran Premio de Australia.

La cita de Melbourne se mostró fiel a su tradición como carrera 'loca' por tratarse de la apertura del campeonato. Y si uno de sus alicientes es configurar una primera jerarquía de la parrilla tras la pretemporada, el resultado final poco reflejó la escala inicial de los diferentes equipos para 2018.

Mercedes gana en la pista; Ferrari, en la estrategia

Porque durante todo el fin de semana Mercedes confirmó una superioridad brutal. O para ser más exactos, el monoplaza de Lewis Hamilton. El W09 es claro aspirante a la victoria un año más. En algunos momentos, hasta parecía que el británico iba a darse un paseo por Albert Park con las manos en los bolsillos. Y lo hizo hasta que salió el coche de seguridad el domingo. Fue entonces cuando se visualizaron los fallos de Mercedes que le costaron la victoria segura a pesar de la superioridad de su monoplaza. Por un lado, los cálculos del equipo y sus ordenadores. Por otro, el accidente de Valtteri Bottas en los entrenamientos del sábado, que eliminaba el posible colchón de un segundo monoplaza alemán para defenderse de Ferrari en carrera. Una de las razones del triunfo del equipo italiano.

Y allí estuvieron prestos los estrategas de Ferrari y Vettel para aprovecharlos. El equipo transalpino arranca más lejos de Mercedes que la pasada temporada. Pero cazó al vuelo una primera e insperada victoria. Vettel, el más lento del equipo italiano durante todo el fin de semana, terminó en la meta por delante de Raikkonen. Pero el mensaje a final de carrera del piloto alemán reflejó hasta qué punto su triunfo llegó por una buena dosis de fortuna, incluso también sobre su propio compañero de equipo. «Estamos llegando ahí, aún tenemos trabajo que hacer, pero estamos acercándonos», declaraba por la radio al bajar la bandera a cuadros. Porque a Ferrari aún le queda por recortar terreno frente a Mercedes.

La gran esperanza para un certamen reñido en 2018 pasa por una mayor igualdad del ritmo en carrera de los tres equipos punteros, porque los sábados parece decantado hacia Mercedes por el momento. El Gran Premio de Australia ayudó para esta perspectiva. La vuelta rápida fue para Daniel Ricciardo, con la que confirmaba el nivel del RB14, quizás el mejor chasis de la parrilla. Pero las posiciones en entrenamientos condicionan enormemente el resultado final -salvo factores aleatorios como en Melbourne- y, por este flanco, el equipo austríaco está en desventaja hasta que Renault no aporte motores más potentes a sus clientes. «Estamos cerca del ritmo de Ferrari», avisaba en todo caso el australiano al final de la prueba. Ojo a la evolución de cada equipo según avance la temporada.

«Podemos luchar», asegura Alonso

«Un largo invierno, largas temporadas en el pasado, pero ahora podemos luchar, podemos luchar…». Como en el caso de Vettel, el mensaje de Fernando Alonso por radio con el quinto puesto en la mano confirmaba el cambio de tercio para McLaren y el piloto español en 2018. El piloto español recordó durante todo el fin de semana que el de Melbourne «sería el peor fin de semana» de la temporada para su equipo, considerando el todavía pendiente proceso de integración de la nueva unidad de potencia, además del retraso de McLaren para completarlo frente a sus rivales.

El quinto puesto de Alonso vino acompañado por la autoeliminación del equipo Haas, y el diferencial de ritmo con Red Bull es todavía importante. Sin embargo, Alonso muestra una completa confianza en el proceso de evolución que McLaren llevará a cabo en las siguientes carreras. Y, por encima de todo, su motivación y actitud es radicalmente diferente a la de estos últimos años. «Ahora podemos luchar».

Carlos Sainz fue también otro ejemplo de cómo la jerarquía que se iba perfilando durante todo el fin de semana no se vio correspondida con el resultado final. El español fue más rápido que Hulkenberg hasta la última tanda del Q3, buen anticipo en el intenso duelo que se prepara entre ambos para 2018. Desde ese momento, todo se torció. El alemán le superó por milésimas el sábado, y la posición de salida le perjudicó para confirmar el domingo el ritmo mostrado hasta el Q3. Para colmo, sus problemas físicos provocados por la botella de agua acabaron descolocando su ritmo hasta el trompo de la curva 9. Todo fue en cadena. No pudo aprovechar la salida del coche de seguridad que dio al victoria a Vettel y, en parte, también el quinto puesto de Alonso. Al Gran Premio de Australia, nada fue al final como parecía en un principio