«En Barcelona estábamos muy contentos con el coche desde el primer día…». La contundente derrota de Ferrari sin duda fue la noticia que protagonizó el Gran Premio de Australia. No se trataba tan solo de un resultado que destruía su condición de gran favorito inicial. Porque también sorprendió la contundencia y alcance de las diferencias sufridas en todos los órdenes frente a Mercedes. Se puede caer derrotado en la pelea, pero asunto diferente es ni siquiera contar con la mínima opción de competitividad frente al rival, como fue el caso para abrir la temporada. Sebastian Vettel y su equipo no asimilaban por qué y cómo ese SF90 que tan completo de Montmeló se convertía en un monoplaza desconocido en Albert Park. Siete décimas el sábado, casi un minuto en la meta el domingo…El campeonato dejaba en Albert Park unos resultados provisionales que obviamente necesitan algunas carreras para convertirse o no en conclusiones iniciales para este primer ciclo de la temporada 2019.
¿Era genuino el aparentemente inferior rendimiento inicial de Mercedes en Montmeló, aunque progresó durante las dos semanas de pretemporada? ¿Ocultaba el equipo alemán con su programa una realidad más competitiva, por lo que Ferrari exageraba involuntariamente su nivel? Quizás Albert Park se le atragantó al SF90 por diferentes motivos muy puntuales. Pero fue ese gran diferencial de rendimiento el que llevaba a la preocupación. Porque ni Vettel ni Leclerc pudieron rivalizar con Mercedes en momento alguno. De hecho, incluso Red Bull, Honda y Verstappen superaron en el podio a sus dos pilotos.
Ferrari y Hamilton, perplejos
Resulta prematuro concluir que la diferencia de Albert Park será la tónica de estas primeras carreras. Puede que la singularidad del trazado australiano amplificara las bondades del W10 tanto como jugó exageradamente en contra del SF90. Vettel y Ferrari se emplazaron a los exhaustivos exámenes de la información para intentar comprender las razones de la situación. Porque el segundo problema para Ferrari es que el Gran Premio de Australia no solo dejaba una sensación de derrota inesperada, sino de perplejidad ante sus incompresibles causas.
Pero en Mercedes hubo motivos para el desconcierto. Al menos, en una de las esquinas de su cuadrilátero. Tampoco Lewis Hamilton comprendía el alcance de su derrota. El tiempo confirmará también si el Valtteri Bottas de Albert Park será otro piloto radicalmente diferente al de la pasada temporada. Humillado y dolido por las derrotas y sin una sola victoria en 2019, el finlandés ha dedicado este invierno para prepararse en cuerpo y mente para enfrentarse a Hamilton. Su comportamiento en la pista y su mentalidad parecen radicalmente diferentes. Los mensajes por radio con su ingeniero buscando la vuelta rápida a pesar de la prohibición de Toto Wolf revelaban un espíritu agresivo y ambicioso que se correspondía con su pilotaje en la pista. La respuesta a la felicitación de su jefe tras su victoria («A quien corresponda…que se jodan») también reflejaba otro Bottas. Otra gran noticia para el campeonato sería su hipotética capacidad para responder a Hamilton. Porque otra de las conclusiones provisionales de Albert Park es que Ferrari va a poner todos sus huevos en la cesta de Vettel. Leclerc ya conoce su papel para 2019.
La victoria de Bottas dejaba en el aire otro factor a considerar para la dinámica de las carreras esta temporada: el valor crucial de lograr la pole y defenderla en la salida, o completar la primera vuelta en cabeza. Rodar con aire limpio sigue antojándose decisivo para aspirar a la victoria con comodidad, como confirmó el ritmo de Bottas en comparación a Hamilton. Cierto es que el británico arrastraba problemas en el fondo plano de su monoplaza, como se comprobó después de la prueba. Pero tras lo visto en Albert Park también con otros pilotos, no parece que el nuevo reglamento aerodinámico haya favorecido un mayor número de adelantamientos. De nuevo, cabe recordar la singular naturaleza semiurbana de Albert Park al respecto. Pero la ventaja de la posición en pista puede resultar crucial en un campeonato en el que se esperan muchas carreras a una sola parada en boxes.
Gran igualdad en la clase media
Por lo demás, el Gran Premio de Australia sí confirmó los pronósticos de pretemporada respecto a la tremenda igualdad del resto de la parrilla. De Red Bull hacia atrás, cada fin de semana será una carnicería. Haas ha vuelto a arrancar como cuarto monoplaza de la parrilla, para decepción inicial de Renault, por debajo de lo esperado en Albert Park. En esta pugna, una décima arriba o abajo el sábado puede modificar muchas posiciones cada fin de semana. El Gran Premio de Australia anticipaba el duro pero magnífico panorama que se presenta por delante en 2019.
En este contexto, McLaren dejaba una sensación agridulce. «Tenemos más ritmo del que esperábamos», comentaba con cierta sorpresa el piloto español tras los entrenamientos del sábado. Desde Montmeló, el MCL34 ha lanzado diferentes señales de un nivel aún por conocer. Monoplaza con una línea aerodinámica muy diferente a su predecesor, el equipo británico y sus pilotos aún tienen territorio por descubrir para extraer su potencial. Norris sorprendió al entrar fácilmente en el Q3, su posición final posiblemente mejorada por Sainz de no haberse encontrado con Kúbica en su vuelta final del Q1. Quizás se trate de un monoplaza más competitivo de lo esperado, pero la del sábado se trataba solo de otra señal provisional. El domingo hubo pocas oportunidades para comprobarlo por diferentes motivos. La fiabilidad mecánica dejó a Sainz fuera de juego prematuramente. Y la bisoñez de Lando Norris le costó puntuar con un MCL34 para haber aspirado fácilmente a la octava posición de parrilla. En McLaren necesitan la llegada de Andreas Seidl como agua de mayo. Nunca mejor dicho, porque será cuando el antiguo responsable de Porsche empiece a marcar el rumbo de McLaren.