comscore

Conducimos el Peugeot 208 R2 de Rallys. Un día de furia

Acudimos al circuito que RallyCenter Racing School tiene en la localidad segoviana de Villacastín. Es un día especial porque salimos de la rutina diaria de probar coches de calle para explorar los límites de un vehículo de competición.

Queremos saber cómo es, cómo se pilota y qué sensaciones sienten tanto José Antonio 'Cohete' Suárez como Pepe López, los dos pilotos españoles que disputan la 208 Rally Cup. Llegamos con los deberes teóricos hechos: 185 CV de potencia, tracción delantera, cambio secuencial de 5 velocidades…

El trazado de tierra tiene una zona rápida y otra más sinuosa en la que encontramos arena y surcos. Antes hemos conocido los límites 'de verdad' sentados como copiloto de Suárez. Nos explica algunos secretos, como si tal cosa mientras 'volamos' de lado a lado de la pista.

Tracción sobresaliente

Después nos toca a nosotros. Quedamos completamente inmovilizados en el bacquet de competición con el cinturón de cuatro puntos de anclaje. Pisamos el embrague para salir, engranamos la primera marcha al tiempo que aceleramos con energía para evitar que se cale. El display detrás del volante nos indica, mediante colores, el momento óptimo del cambio. Hay que llegar hasta el último piloto en rojo para hacerlo sin perder tiempo, a un régimen de giro que acaricia las 8.000 rpm y abrumados por un sonido metálico en el que parece que todo se va romper.

Damos una primera vuelta al circuito de reconocimiento, tanto del trazado como de la máquina. Comprobamos que se 'traga' los surcos como si nada y que tracciona de manera sobresaliente a pesar de ser un 'simple' tracción delantera en una superficie hostil. Los neumáticos de tierra que calza (16/64-15), con unos generosos tacos, son sumamente eficaces.

Siempre a alto régimen

Afrontamos el segundo giro a tope. No es necesario pisar el embrague para subir de marcha; sí es conveniente al reducir para evitar 'latigazos'. En cualquier caso no hay que dejar caer el régimen de giro nunca porque de hacerlo el vehículo se muere literalmente.

La dirección es superdirecta, tremendamente rápida. Girando el volante y dosificando el gas en el acelerador, comenzamos a sentirnos a gusto y a jugar con las inercias. Vamos de lado a lado, contravolanteando, y sorprendidos de cómo sale traccionando como si nada en medio de una nube de polvo que nos 'persigue'. En un abrir y cerrar de ojos hemos terminado. La eficacia del 208 R2 nos ha cautivado, mientras bajan nuestras pulsaciones a su estado normal.