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Audi vuelve a conquistar las 24 Horas de Le Mans

Las carreras duran hasta que se acaban; y hay que pelearlas hasta el final. En una prueba como las 24 Horas de Le Mans, además, hay tantas carreras y tantos factores que no se puede cantar victoria hasta que se pasa por la bandera de cuadros. Y si no que se lo pregunten a Toyota que dominó la prueba durante 17 horas prácticamente sin interrupción. O a Audi, que no consiguió poner líder a uno de sus coches hasta que el Toyota de Wurz, Nakajima y Sarrazin tuvo que abandonar por un problema eléctrico. O a Porsche, que en su regreso parecía en ciertos momentos contar con la 'suerte del principiante' y en otros, precisamente con lo contrario, problemas de juventud que lastraban sus opciones.

Eso es lo se ha vivido desde el principio de una prueba que se presentaba, a priori más competida que nunca. Toyota contaba con un coche extremadamente rápido, lo que demostraba en unas calificaciones que dominaron con el coche número 7 en primer lugar y el 8 en tercero. Porsche también se mostraba muy competitivo y se 'barajaba' con Toyota en la segunda y cuarta plaza. Y Audi, con un claro problema de velocidad frente a sus dos rivales, se mostraba como el tercero en discordia.

Cada uno juega sus bazas

Con esos papeles bien definidos, comenzaba la prueba, una prueba marcada por el accidente de Duval, sustitudor por Marc Gené dispuesto a hacer todo lo posible por ayudar al equipo. Y los tres equipos jugaron desde el principio esos roles. El Toyota, con Wurz haciendo el primer relevo se mantenía con comodidad en primera posición. Por detrás, los Audi jugaban sus bazas para ir mezclándose con el resto de equipos. Y Porsche iba alternando subidas y bajadas en la clasificación demostrando esos 'pecadillos' de juventud.

Claro que en cuanto el primer chaparrón cayó sobre el circuito de Le Sarthe, la cosa cambió radicalmente y al empezar la segunda hora de carrera, el Audi número 3, que había ascendido hasta la segunda posición, era tocado por detrás por un Ferrari GT, que le llevaba al abandono. En ese mismo incidente, el Toyota de Davidson, Buemi y Lapierre, con éste al volante, pudo salvar los muebles. Se igualaban los efectivos y Audi perdía ese tercer coche que ni Porsche ni Toyota ponían sobre la pista.

Dominio de Toyota

Esos incidentes se saldaban con un buen número de vueltas con el coche de seguridad. Y a partir de aquí, vuelta a la tranquilidad, con el Toyota número 7 comandando las operaciones y el resto de coches provocando escaramuzas por doquier. Los Audi en plan guerrillero, dispuesto a no ceder ni un segundo y haciendo vuelta cronometrada a vuelta cronometrada en cada pasada por línea de meta. Y los Porsche con el coche número 20 (Webber, Bernhard y Hartley) como mejor clasificado,  también sufrían problemas.

Con esa consistencia, los Toyota parecían cada vez más favoritos al afrontar la noche. Pero con la noche una nueva historia. Porque en Le Mans hay tantas carreras y la nocturna, en muchas ocasiones es la más decisiva, o en la que pasan más cosas. A la medianoche, el Toyota de Wurz, Nakajima y Sarrazin se mantenía firme escoltado por el Audi 2, con Lotterer, Fasslet y Treluyer, y el Audi número 1 de Kristensen, Di Grassi y Gené.

El español terminaba su primer relevo y colocaba el coche en una magnífica posición y cedía los trastos a Kristensen. Por detrás, los dos Porsche acechaban y completaba el sexteto el segundo Toyota. Sin cambios en las siguientes horas -aunque también sin falta de susto-. Pero fue a partir de las 5:00 cuando la carrera comenzó a dar sucesivos vuelcos hasta el desenlace final.

Cambio de papeles durante la noche

A esa hora, el Toyota, cómodamente instalado en la primera posición sufrió problemas mecánicos que le obligaron a abandonar. Heredó el puesto el Audi número 2, secundado por el Porsche numero 20 y el Audi número 1. Pero no duró mucho la alegría en el equipo de Treluyer, Fassler y Lotterer que una hora más tarde paraba para cambiar el turbo y se colocaba en segunda posición, tras ceder el liderato al coche campeón, que con Gené al volante estaba haciendo un relevo magnífico. A las 7:09 el español colocaba a su coche en primera posición con el Porsche número 20 segundo y el otro Audi en tercera posición.

Sin más complicaciones, Gené cedió el puesto más allá de las 10 de la mañana a Kristensen, con el claro objetivo de asegurar la victoria al máximo. Pero las carreras siguen siendo caprichosas, y cuando parecía todo en la mano del equipo más experimentado, un nuevo problema en el turbo como el que sufrió el otro Audi, retrasó a Kristensen y puso la victoria muy cerca del Porsche de Berhnard, Webber y Hartley.

Ahí, el Audi 2 comenzó un desesperado ataque en el que recortaba a razón de tres segundos por vuelta al Porsche, hasta que, finalmente lo adelantó. Y el Porsche, con algún problema acabó perdido a una veintena de vueltas. Y a partir de ahí, Audi evitó arriesgar con el objetivo de llevar sus dos coches a la meta en las dos primeras posiciones. Un objetivo cumplido y una manera de decirle a sus rivales que si quieren vencerlos, aún tienen que poner algo que en Audi sobra: 'Saber ganar'.