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viernes, 12 septiembre 2025

El sector alimentario afronta el reto de transformar la sostenibilidad en ventaja competitiva

Por Fernando Acevedo, Socio de Transcendent

En un contexto global marcado por la volatilidad geopolítica, la incertidumbre regulatoria y los efectos palpables del cambio climático, el sector alimentario enfrenta desafíos sin precedentes. 

La inflación persistente, las disrupciones en la cadena de suministro, la escasez de mano de obra, una creciente relevancia de los riesgos climáticos y relacionados con la naturaleza y un consumidor cada vez más exigente están reconfigurando las prioridades del sector alimentario. Según el World Economic Forum, más del 60% los consumidores ya prioriza opciones alimentarias sostenibles y saludables —una presión creciente que exige a las compañías revisar no solo lo que producen, sino cómo lo hacen.

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Frente a este escenario, no es suficiente con ser eficiente o rentable. Este cambio de paradigma está obligando a las empresas a replantear sus modelos operativos y sus prioridades. Ya no se trata solo de adaptarse al entorno, sino de liderar su transformación desde una nueva lógica de valor donde el impacto positivo es un eje de competitividad y resiliencia. 

Del propósito a la acción

Generar impacto positivo significa integrar el bienestar social y ambiental en cada etapa de la cadena de valor, desde la producción agrícola hasta el consumidor final. Esto se traduce en decisiones de negocio concretas:

Innovación sostenible: compañías líderes están rediseñando productos con menor huella ambiental, siendo capaces tanto de redefinir sus productos como de medir y comunicar de manera transparente el impacto generado, lo que les permite acceder a nuevos segmentos de consumidores conscientes.

Gestión circular: Reducir la dependencia de materias primas vírgenes e integrar residuos en nuevos procesos de producción no solo reduce la presión ambiental, sino que mejora la eficiencia operativa.

Gestión de dependencias de la naturaleza y protección de la biodiversidad: anticiparse a la escasez de suministros críticos mediante iniciativas de regeneración ecosistémica no solo es ético, es una estrategia de mitigación de riesgos.

Talento y comunidad: frente a la escasez de personal en los distintos eslabones de la cadena de valor, algunas empresas están invirtiendo en programas formativos que no solo amplían el acceso a talento, sino que promueven inclusión social y fidelización de socios comerciales.

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Transformar la sostenibilidad en ventaja competitiva

Aquellas compañías que han dado el paso de medir y gestionar su impacto —de forma rigurosa, no cosmética— están obteniendo beneficios concretos: mejor acceso a financiación, cumplimiento regulatorio con menor fricción, conexión emocional con clientes y empleados, y mayor capacidad de adaptación ante crisis externas.

Y, sobre todo, están construyendo un legado. Un modelo empresarial donde la generación de valor para la sociedad y el planeta no compite con la rentabilidad, sino que la potencia.

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Una pregunta que transforma el liderazgo

En un mercado donde el impacto ya no solo se valora, sino que se exige, las preguntas que marcan la diferencia son otras:

»¿Estoy preparado para liderar una empresa que deje más de lo que toma?»

»¿Estoy usando todo el potencial de mi organización para generar valor compartido?»

»¿Estoy creando un futuro en el que mi negocio pueda prosperar, sin comprometer el de los demás?»

Las respuestas a estas preguntas no están en los informes de sostenibilidad, sino en la estrategia. En cómo se diseña, se mide y se gestiona el impacto real.

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