El cuidado del motor de un vehículo implica una serie de mantenimientos esenciales, como el cambio de aceite. Sin embargo, otro fluido que juega un papel crucial en la salud del motor es el anticongelante o líquido refrigerante, aunque a menudo se le presta menos atención. Este último no solo es vital para mantener el motor en óptimas condiciones de temperatura, sino que también protege los componentes internos del sistema de refrigeración del vehículo. Cambiar el refrigerante en lugar de simplemente rellenarlo es fundamental para garantizar su buen funcionamiento y prevenir daños mayores.
El líquido refrigerante tiene dos funciones principales. La primera es mantener la temperatura del motor en niveles seguros, incluso en condiciones extremas de calor, regulando el calor generado y manteniéndolo a unos 90 grados aproximadamente. La segunda función es evitar que el líquido se congele en climas fríos, protegiendo así el bloque del motor de posibles rupturas causadas por la expansión del agua al congelarse. Además, el refrigerante previene la oxidación de las piezas, evita la formación de depósitos de cal y limpia componentes como el radiador. Estas funciones demuestran que no se trata solo de mantener un nivel adecuado, sino de asegurar que el fluido siga siendo efectivo.
¿Por qué es tan importante cambiar el líquido refrigerante de tu coche?
Uno de los errores más comunes entre los conductores es suponer que basta con rellenar el líquido refrigerante cuando se nota una disminución en su nivel. Aunque el sistema de refrigeración está diseñado para ser hermético, pequeñas fugas o fallos en el tapón pueden causar una pérdida gradual de líquido. En esos casos, rellenar parece una solución inmediata, pero mezclar diferentes tipos de anticongelantes puede afectar su efectividad. Existen refrigerantes convencionales, con etilenglicol, que requieren ser reemplazados cada 40.000-50.000 km o cada dos años, y refrigerantes orgánicos, que pueden durar hasta cinco años o 80.000 km. Ambos tipos tienen propiedades distintas, y su mezcla puede alterar el rendimiento del sistema.
Es importante comprender que, aunque el nivel del líquido refrigerante esté bien, este pierde sus propiedades con el tiempo, y si no se cambia, puede generar problemas. Un refrigerante envejecido no será tan efectivo para evitar sobrecalentamientos o congelaciones, y puede permitir la acumulación de depósitos que obstruyan los conductos del sistema. Esto puede derivar en un sobrecalentamiento del motor y fallos en componentes clave, lo que resultaría en reparaciones costosas que podrían haberse evitado.
¿Cuánto cuesta cambiar el líquido refrigerante?
El costo de cambiar el anticongelante oscila entre los 50 y 150 euros, dependiendo del coche y del taller. Esta cantidad es significativamente menor en comparación con los daños que puede sufrir el motor si se sobrecalienta o congela, como la reparación de una junta de culata, que puede costar entre 500 y 1.500 euros. Además, si el bloque del motor se rompe por congelación, el daño puede ser irreparable. Por esta razón, el cambio de refrigerante es una inversión en la longevidad del motor y la seguridad del vehículo.
Para aquellos que deseen ahorrar en el taller, cambiar el refrigerante es una tarea que se puede realizar por cuenta propia siguiendo pasos sencillos. Con el equipo adecuado y tomando las precauciones necesarias, como trabajar con el motor frío y desechar correctamente el líquido usado, el cambio del refrigerante se convierte en una tarea accesible para cualquier conductor.