En el vasto universo automovilístico, donde el diseño juega una carta vital en la atracción de compradores, nos encontramos con que no todos los modelos nacieron bajo la estrella de la belleza. Como experto observador del sector y con años de análisis a mis espaldas, les traigo una selección que va más allá del gusto personal y se adentra en el terreno de lo universalmente cuestionado.
Desde aquellos diseños que rompieron moldes, pero no de la manera esperada, hasta intentos de innovación que quedaron en meros experimentos estéticos, repasemos esa parte de la historia automotriz que probablemente sus creadores preferirían olvidar.
¿ARTE O DESATINO? LOS DISEÑOS QUE DIVIDIERON OPINIONES
El mundo del automóvil ha sido siempre un tablero donde se juegan partidas de riesgo y creatividad. Hubo coches que, en su intento por destacar, acabaron convirtiéndose en iconos de lo insólito. Uno emblemático es el AMC Pacer, un vehículo que emergió en los años 70 con una forma casi esférica y grandes superficies acristaladas, algo totalmente diferente a sus contemporáneos. Su ambición por ofrecer visibilidad panorámica se topó con críticas por su apariencia de pecera.
Entre los europeos, no podemos dejar de mencionar al Fiat Multipla. Su lanzamiento en la década de los 90 supuso un choque estilístico con una línea de faros sobre otra que le confería un semblante sorprendido. La practicidad y el espacio interior no bastaron para compensar lo que muchos consideraron un fiasco de diseño.
No es sólo cuestión de belleza, sino también de proporciones, y el Ford Scorpio de los años 90 es un claro ejemplo de ello. Con una trasera abruptamente cortada y un frontal que parecía fruncir el ceño, el Scorpio tenía un conjunto de proporciones que no conseguían armonizar.
Otro que no puede faltar en esta lista es el Pontiac Aztek. Lanzado en el año 2000, su diseño pretendía ser audaz y aventurero, pero resultó ser un experimento que muchos describieron como un «accidente de diseño». Su voluminosa estructura y la mezcla de líneas que parecían no tener coherencia, le ganaron una reputación de inhóspito en el ámbito estético..
COCHES FEOSCUANDO LA INNOVACIÓN NO LUCE COMO SE ESPERABA
A veces, el deseo de ser innovador puede jugar en contra del aspecto de un automóvil. El Citroën Ami, que apareció en los 60, es reflejo de ello; su diseño quería ser futurista, pero su característica ventana trasera invertida y sus formas angulosas terminaron por ser consideradas desafortunadas.
A principios de los años 2000, el SsangYong Rodius intentaba conjugar amplitud y estética, pero el resultado fue objeto de duras críticas por su trasera elevada y descuidado ensamblaje de líneas.
En el cada vez más concurrido segmento de los eléctricos, también se han cometido errores de cálculo. El Nissan Cube buscó ser una alternativa diferentes en términos de diseño, pero su forma cuasi literal de cubo y particular ventana trasera asimétrica, en lugar de considerarse peculiares, muchos las tildaron de simplemente raras.
La búsqueda de soluciones aerodinámicas llevó al diseño del modelo Aston Martin Lagonda en los 70, un coche que, más que cortar el viento, parecía cortar opiniones. Su frontal largo y bajo, junto con una línea de techo que caía abruptamente, pusieron en duda si la aerodinámica justifica ciertos atropellos visuales.
¿AUGUROS FALLIDOS O EXPERIMENTOS NECESARIOS?
Quizás para algunos estos coches son sólo ejemplos de visiones que no calaron en el gusto popular, pero también son muestra de que la industria siempre ha estado dispuesta a experimentar. Y, quien sabe, tal vez en el futuro alguno de estos diseños sea reivindicado como precursor de nuevas tendencias.
Es importante recalcar que incluso los diseños más controvertidos pueden tener su público. Por extraño que parezca, hay coleccionistas y aficionados que buscan estos modelos precisamente por su excentricidad.
Desde una perspectiva industrial, muchos de estos modelos supusieron aprendizajes importantes. El proceso de diseño y producción en masa de un automóvil requiere de una gran inversión, y cuando un modelo no es bien recibido, las lecciones aprendidas son incorporadas en futuros proyectos con mucha prudencia.
Finalmente, todos estos coches, con sus éxitos y tropiezos, forman parte de la rica historia del automóvil. Han servido para sentar precedentes, marcar lo que no se debe hacer y, en ocasiones, abrir camino a la innovación sin miedo al error. A fin de cuentas, el feo de ayer puede ser el clásico de mañana, y en la subjetividad del gusto, cada quién encontrará su joya entre lo que otros llaman chatarra.
EL IMPACTO CULTURAL Y EL LEGADO DE LOS «PATITOS FEOS»
Ciertos coches que generaron aversión estética en su tiempo han llegado a tener un impacto cultural significativo. Por ejemplo, el Trabant, originario de la antigua Alemania del Este, a pesar de su aspecto y construcción primitiva, se convirtió en símbolo de resistencia y constancia. Años después de la caída del Muro de Berlín, el «Trabi» es visto con nostalgia y hasta con un valor icónico en la historia automovilística.
En el caso del Renault Avantime, un vehículo que intentaba fusionar el estilo de un coupé con la practicidad de un monovolumen, su diseño no caló en su tiempo pero posteriormente fue revalorizado por su atrevimiento y configuración única.
A través de la pequeña pantalla, incluso algunos de estos modelos han sabido encontrar su lugar en la cultura pop. Recuérdese el Reliant Robin, triciclo de tres ruedas que fue objeto de burlas pero adquirió celebridad en series televisivas, transformándose así en un inesperado objeto de afecto.
Estas anomalías del diseño, por lo tanto, no solo son recordadas por su falta de elegancia sino también por los relatos que generaron y su capacidad para convertirse en parte de una narrativa más grande que ellos mismos.
EL DESAFÍO DE LA FUNCIONALIDAD FRENTE A LA ESTÉTICA
No todos los coches que han sido tildados de feos han sacrificado la estética por capricho, sino que en muchos casos, la funcionalidad fue el motor de diseño. El concepto de «fealdad» suele estar ligado a un rechazo inicial a lo desconocido o poco convencional, pero la utilidad de un diseño puede prevalecer y dar sentido a formas que de otro modo parecerían despropositadas.
Además, en el terreno de lo práctico, vehículos como el Volkswagen Beetle, que en sus inicios fue criticado por su forma abombada, terminó conquistando el mundo por su eficiencia y simplicidad, llegando a ser un icono global.
El diseño se alinea también con las necesidades de la época, y lo que una década ve con desdén, la siguiente puede considerarlo con curiosidad o incluso como tendencia. La percepción de belleza es tan dinámica como la innovación tecnológica, y lo que hoy nos parece un desacierto estético, mañana puede ser la semilla de una nueva ola de diseño.
Del mismo modo, fabricantes como Citroën han demostrado que es posible redimir un diseño «feo» con el sucesor del Ami. Su reciente reinvención como vehículo eléctrico mantiene rasgos distintivos pero los adapta a la modernidad, proponiendo una estética futurista que es al mismo tiempo homenaje y evolución.
EL PAPEL DE LA CRÍTICA Y EL CONSUMIDOR EN EL DISEÑO AUTOMOTRIZ
Cuando un fabricante presenta un nuevo coche, no correspondió ésta a una gamberrada en la línea de diseño. De hecho, coche es sometido inmediatamente a la crítica, tanto de especialistas como de los potenciales consumidores. Esta retroalimentación puede ser despiadada, pero también es crucial para que la industria continúe refinando sus propuestas.
La preferencia de los consumidores puede desempeñar un papel tan decisivo que orille a los fabricantes a un rediseño o incluso a la discontinuación del vehículo. Es este diálogo entre el público y los creadores lo que garantiza que el mundo automovilístico se mantenga vibrante y en constante evolución.
Pero no solo está en juego la estética. Normativas y regulaciones, como las impuestas por la DGT, también enmarcan lo que es posible en términos de diseño. Aspectos como la seguridad, la visibilidad y las emisiones condicionan las líneas y formas de los nuevos modelos.
Así, estos llamados «errores» de diseño tienen su razón de ser en un contexto más amplio. Son reflejo del momento histórico, las demandas sociales y los cambios en las normativas. Los coches más feos de la historia no son simplemente desaciertos estéticos sino parte integral de la evolución de un sector que nunca deja de buscar el equilibrio entre la belleza, la funcionalidad y la responsabilidad social y ambiental.