Decía Emerson Fittipaldi que la velocidad no lo es todo en la vida, y que a veces a menos de 100 km/h se disfruta más de la deportividad de un coche. Y en el Alpine A110S esta afirmación del mítico piloto brasileño no se puede ajustar más a la realidad. Basta seleccionar el modo Circuito para desatar un huracán de sensaciones que no tienen que ir necesariamente unidas a una velocidad elevada. Y es que esta versión del Alpine es una auténtica fábrica de derrapajes, un productor de sonido vibrante y una referencia en ligereza, lo que le permite moverse en carreteras viradas con la soltura de una gacela, la rapidez de un guepardo y la astucia de un león africano.