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Volkswagen Caddy Outdoor 2.0 TDI 122 CV DSG7. El Golf más práctico

Si tienes la suerte de poder desembolsar 35.000 euros en un coche nuevo, un universo de posibilidades se abre ante tus ojos. Si lo que buscas es algo polivalente y que presuma de espacio, seguro que le habrás echado el ojo a algún que otro SUV, o incluso a un familiar. Pero no hay nada que llegue al nivel de este Caddy, un auténtico 'vale para todo'.

Seguro que esa tarifa te ha descolocado. Y no es para menos, porque por 32.730 euros tienes un Tiguan 2.0 TDI 122 CV, mientras que por 35.870 euros -sin ayudas- puedes dar el salto al mundo eléctrico y apostar por un ID.4 Pure con 344 kilómetros de autonomía. Y no digamos ya si sales fuera de la firma alemana.

No es nada asequible

Hay que reconocer que el Caddy no es para todos los bolsillos, pero es el mejor Caddy de toda la historia -es la quinta generación- porque, para comenzar, nace de la plataforma MQB, la misma que usa el último Golf. Ese pequeño detalle hace que pueda contar con hasta 19 asistentes a la conducción de última generación -alguno de ellos, de serie-, y con avanzados sistemas multimedia con pantallas táctiles de hasta 10 pulgadas, que, como la instrumentación Digital Cockpit, son opcionales.

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De serie, este acabado Outdoor equipa una pantalla táctil de 8,25 pulgadas, desde la que se controla absolutamente todo, porque los botones físicos brillan por su ausencia, ya que incluso han 'borrado del mapa' el habitual mando circular para las luces. Debido a ello, todo requiere algo de práctica, pues hasta el climatizador se activa desde esa pantalla. Más nos han gustado los botones del volante, que son más intuitivos que los táctiles empleados en Golf o Tiguan.

Si valoras el espacio no hay objeción posible, porque cinco adultos viajarán sin problema ninguno… o siete, ya que es un extra la tercera fila de asientos. También abundan los huecos portaobjetos, pero ninguno de ellos tiene tapa para ocultarlo del ojo ajeno. En ese enorme interior no hay plásticos mullidos, aunque sus ajustes son soberbios. Aún así tiene muchos detalles a mejorar. Y es que los Outdoor equipan un techo panorámico fijo -de 1,4 metros cuadrados- sin cortina interior, las ventanas de las puertas correderas son fijas, tiene una banqueta trasera 'tradicional' con respaldo abatible 60:40 y sin ajuste longitudinal -en algunos rivales hay tres asientos individuales que incluso se ocultan bajo el piso-, las salidas de aire traseras se pagan aparte junto al apoyacodos delantero… Detalles que algunos pasarán por alto, pero después de pagar 35.000 euros muchos esperarán más.

Pero hay que romper una lanza a su favor gracias a unos cómodos asientos -AGR ergoComfort para el conductor- y a un maletero con 1.213 litros de volumen hasta la zona alta de sus respaldos traseros. Diáfano -mide 97 centímetros de fondo, 118 de ancho y 63 de alto hasta la bandeja-, a él se accede por un gran portón que incluso puede tener luces LED para iluminar esa zona. Requiere distancia detrás para abrirlo por completo, porque la práctica luna de apertura independiente también se relega a la lista de opciones.

Ese puesto de conducción recuerda poderosamente al del Golf, y su posición al volante no te hará pensar que es un Caddy. Más alto que un turismo, ofrece una mayor visibilidad y un acceso más cómodo, lo que muchos agradecerán.

Debajo del capó del Caddy Outdoor se esconde un motor 2.0 TDI, que para minimizar los óxidos de nitrógeno ahora tiene incluso doble inyección de AdBlue -tiene un depósito con 15 litros de este aditivo-. Con sus 122 CV, es la opción diésel más potente -llegará más tarde un TGI de 130 CV y un híbrido enchufable, con etiquetas ECO y 0, respectivamente- y se asocia a un cambio DSG7, opcional por 2.180 euros. Pero ya puestos, es una solución perfecta por la comodidad que transmite en uso urbano y por la despreocupación a la hora de viajar. Luce un diminuto selector del tipo 'by wire', pero sin modo secuencial, pues para eso están las levas del volante.

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Nada hace pensar que viajas en un 'derivado de industrial', porque se ha cuidado especialmente la insonorización y porque todo funciona como si fuéramos en un Golf. El 2.0 TDI es muy agradable y mueve con gran agilidad sus 1.722 kilos. No es un peso pluma, pero no parece pesado.

Sorprende que Volkswagen haya equipado a esta versión con Launch Control, que permite arañar unas décimas de segundo al acelerar. Pero, curiosamente, no cuenta con un selector de modos de conducción, y pese a la plataforma MQB, no ofrece suspensión activa. Cierto es que no es un Golf GTI, sino un Caddy, pero con este sistema se mejoraría su comportamiento dinámico, que por otra parte es realmente sensacional para un vehículo que mide 1,80 metros de alto. Su eje delantero es una maravilla, ayudado por una dirección bastante directa -2,6 vueltas entre topes-, pero el eje trasero está pensado para lo que está pensado, y es algo seco al viajar sin carga.

Y aunque nuestra unidad equipaba neumáticos de invierno, cumplió con nota a la hora de frenar.

Con el cambio DSG7 suma la función 'inercia', que engrana punto muerto cuando dejamos de acelerar. Punto muerto, porque al no tener tecnología híbrida de 48 voltios no apaga el motor, como sí hacen los eTSI. Y por ello este Caddy no tiene etiqueta ECO. Aún así, araña todo lo posible al consumo, nada disparatado y con una media real de 6,1 l/100 km. Y en viajes por carretera, los 50 litros que caben en su depósito cunden.

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Hay que agradecer también a Volkswagen el uso de un motor con dos litros de cilindrada, pues aquellos que suelan viajar con la familia a cuestas apreciarán ese puntito extra frente a los motores 'downsizing' de algunos rivales. Y en caso de necesitar más energía, en esta ocasión solo hay que hundir su pedal derecho para que el DSG7 solucione la papeleta, ejecutando operaciones de recuperación y adelantamientos como si nada.

El nuevo Caddy incluso equipa airbag central delantero o faros Full LED. Pero, aún así, su dotación de serie es justa. O, mejor dicho, tiene una lista de opciones casi infinita; tanto, que contempla acceso manos libres, todo tipo de sistemas multimedia, control de velocidad activo, sensores de ángulo muerto… elementos que acabarán encareciendo un producto que, ya de por sí, parece alejado del gran público. Pero que no tiene rival a la hora de hablar de espacio, confort o tecnología.

LA CLAVE

Por 35.000 euros puedes comprarte 'lo que quieras'. Pero si necesitas espacio y no deseas renunciar a un acabado de primera, a lo último en tecnología, a una elevada seguridad activa y pasiva, a una combinación motor-cambio digna de un 'premium' o a una dinámica de turismo, ya te digo que no hay nada como el Caddy.