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Un Audi me conduce

Aunque parece que la conducción autónoma es solo cosa de Tesla 'el marketing de la empresa de Elon Musk es sencillamente brutal', son otros muchos los fabricantes que llevan años invirtiendo dinero, horas y esfuerzo para desarrollar modelos que en un futuro ya nada lejano puedan conducir por nosotros. Y entre ellos, Audi está en la punta de lanza de estas tecnologías. Por ello no dudamos un minuto cuando la marca alemana nos convocó a solo cuatro periodistas para una prueba con un coche de conducción autónoma en circunstancias de tráfico real; y también en un circuito, donde otro de los prototipos de Audi pone a prueba sus habilidades. Nos trasladamos a Neuburg, a la sede de Audi Sport. Allí, en la pista de pruebas tenemos nuestro primer contacto con esta tecnología a bordo de 'Robbie', el S7 Sportback con el que ya se han hecho vueltas rápidas de exhibición en diversos circuitos.

Aparentemente, «Robbie» es como un S7 normal, si no fuera por sus pegatinas en la carrocería. Incluso el interior no tiene cambios apreciables más allá de algún botón que claramente se ve que es 'de prueba' y de un 'joystick' con el que el 'conductor' puede tomar el control en cada momento. Como 'Robbie' se va a mover en un circuito cerrado no usa, en este caso, sensores con los que leer la carretera y lo que pasa en ella. Simplemente la señal GPS le dará las coordenadas de dónde circula. Y 'Robbie', que está programado para una conducción al máximo rendimiento en cada momento y en cada curva utilizará esa información para buscar la trazada perfecta en cada punto, con el giro de volante exacto, la aceleración justa y la frenada precisa en cada momento -Y corrigiendo sus datos vuelta a vuelta, pues analiza y se adapta al estado de los neumáticos, del asfalto, a la cantidad de combustible- En pura lógica, no habría ningún piloto capaz de batirle salvo que tomara un nivel de riesgo por encima del umbral de seguridad con el que 'Robbie' ha sido diseñado.

Toda esta teoría que os he contado se convierte en la pista en un vendaval de sensaciones. 'Robbie' hace su 'chequeo' previo, y una vez que nos dice estar listo basta que el 'conductor' apriete el mando de control para que el coche salga lanzado en la recta, llegue hasta el pico de la primera curva a izquierdas y, sin ningún titubeo, frene con decisión y gire el volante los grados exactos para encarar la siguiente recta que desemboca en otra curva a derechas. Y todo esto con la cara de asombro que uno tiene al ver que el volante gira solo, que el coche va a toda pastilla y que toma las decisiones correctas en cada momento.

El primer contacto con la conducción autónoma me ha sorprendido. Pero aún quedan cosas por ver en un entorno, el tráfico cotidiano de una autopista, menos amigable.

Tras bajar de 'Robbie', nos espera 'Jack', otro de los prototipos de conducción autónoma de Audi. Se trata de otro A7 que lleva instalados todo tipo de sensores -perfectamente integrados y escondidos en la carrocería- para leer todo lo que pasa en 360 grados alrededor del coche. Gracias a ello está preparado para circular por carreteras abiertas al tráfico; en este caso, la autobahn A9 que une Berlín con Munich, y en la que el Gobierno alemán ha autorizado que se puedan realizar pruebas de conducción autónoma con tráfico y circunstancias reales.

Si antes he viajado como copiloto en 'Robbie', esta vez seré yo el que se ponga al volante, aunque para ser conducido. Me explican que tendré que conducir el coche hasta la autopista -podría ir él solo, pero la legislación solo permite las pruebas en la A9-, y una vez allí, con el destino final introducido en el navegador, el coche comenzará el análisis del sistema. Cuando él esté listo para tomar el control, se iluminará de color verde una línea de luz justo bajo el cristal delantero. Entonces, mi trabajo será apretar dos botones situados en el volante; este se retirará hacia adelante y, a partir de ahí, seré un simple pasajero. Si en algún momento quiero retomar el control solo tengo que volver a presionar los botones, el volante se retrasará hasta mi posición y empezaré a conducir con normalidad. Fácil, ¿no?

Nos ponemos en marcha

Llegamos a la autopista y el coche lanza el mensaje de que está listo. Aprieto los botones y el volante se va adelante. Por supuesto, dejo de acelerar -no hay el más mínimo salto ni tirón al cambiar en la velocidad- y junto mis manos porque realmente no sé qué hacer con ellas. El Audi circula por el carril de la derecha a la velocidad indicada por las señales, con total suavidad y adaptándose a las circunstancias del tráfico. En los tramos sin límite de velocidad acelera con ganas, y cuando se acerca a un coche más lento adapta su velocidad con tiempo para evitar sobresaltos. Realiza maniobras de adelantamiento como cualquier conductor e incluso aborta sobre la marcha un adelantamiento cuando detecta que por el carril de la izquierda, por detrás, se acercaba un coche a gran velocidad.

Aprovecho para tomar fotos, grabar vídeos' Es una sensación extraña poder dedicar el tiempo y el trayecto a otras cosas, aunque siempre atento a lo que pasa alrededor, en una concurrida autopista con lluvia y tráfico intenso, un jueves de octubre por la tarde. Los ingenieros que me acompañan me muestran las 'tripas' del sistema de visión del Audi. Los sensores van monitorizando lo que ocurre 200 metros por delante y por detrás del coche; y este toma decisiones con esos datos. Y he de decir que las decisiones que tomó durante el trayecto fueron todas correctas, y sin dudar, como sabiendo que eso era lo que había que hacer.

Tras 20 minutos de recorrido, la cosa toca a su fin. El coche, entonces, se coloca en el carril derecho poco antes de la salida de la autopista programada. En ese momento, la luz verde del salpicadero se convierte en naranja, avisándonos de que nos preparemos para tomar los mandos. Luego se convierte en roja, el volante se acerca, pulsamos los botones y todo vuelve al modo de conducción tradicional. Se acaba la experiencia y no sé si dentro de unos años, cuando la conducción autónoma este extendida, se acabará el efecto sorpresa, pero me bajo de 'Jack' con la boca abierta.

En Audi saben que su tecnología funciona, doy fe; pero también que aún queda mucho para llegar a la conducción autónoma total: circular en un circuito es más fácil que hacerlo en una autobahn; y recorrer kilómetros de autopista, infinitamente más sencillo que un kilómetro de ciudad, con peatones, ciclistas, coches, semáforos, animales domésticos. Ese es el reto en el que está Audi ahora. Y para cuando lo logren -y seguro que lo harán-, tal vez descubramos que el verbo conducir ha cambiado su significado.

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El futuro en seis etapas

La marca alemana tiene muy clara su estrategia y los siguientes pasos; no en vano, desde1999 lleva trabajando en esta cuestión. Y desde entonces, aunque no nos demos cuenta, la conducción autónoma ha dado grandes pasos que ya están incorporados en modelos de serie. Audi considera que en el desarrollo de la conducción autonóma hay seis fases. El nivel 0 sería una conducción manual pero con un control continuo del coche monitorizando las reacciones del conductor. Esos elementos de control los ofrecía ya el Audi A6 de 1999. La siguiente fase sería la conducción asistida, con un primer nivel simplemente de asistencia y un segundo nivel semiautomatizado. Este sería el estadio en el que los modelos de Audi se encuentran ahora gracias a elementos estrenados por la nueva generación del Q7 -que se van ampliando al resto de la gama- como el adaptive cruise control o el Audi active lane assist. De los dos próximos niveles, el 3 -altamente automatizado- y el 4 -totalmente automatizado- empezaremos a tener noticias en la siguiente generación del Audi A8. Y el final de este recorrido vendrá con el nivel 5, la conducción autónoma sin necesidad de presencia ni de supervisión por parte de ninguna persona situada tras el volante. O en ese lugar donde antes se situaba el volante.