A lo largo de la historia del automóvil, muchas han sido las innovaciones, soluciones e incluso locuras, que se han ido probando en los distintos coches y por los distintos fabricantes. En este sinfín de ideas, una destaca por encima de todas: la que tuvo Chrysler a mediados de la década de los 50. Y es que la compañía americana decidió explorar la vía de montar motores a reacción en los coches, debido al tremendo auge que estaba cosechando el mundo de la aviación en aquella época.

Chrysler Turbine Car 1963