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Renault Scénic 1.2 TCE 130 Zen. Fashion victim

En el Salón de Francfort de 1991 la firma del rombo presentaba un prototipo que cinco años después revolucionaría el mercado. Había nacido el Renault Scénic, el primer monovolumen compacto del mercado. Su éxito le hizo ganarse imitadores y se convirtió en el objeto de deseo de muchas familias. Surgió el 'boom monovolumen', que años más tarde derivó en el 'boom crossover', ahora el segmento de mayor aceptación.

Así son las modas y, además, nos gusta estar a la última. Para adaptarse a la demanda, el equipo de diseño de Renault se ha inspirado en sus últimos modelos todocamino para crear la cuarta entrega del Scénic, un modelo cuyas tres generaciones anteriores han sumado más de 500.000 unidades en España. Presenta unas líneas completamente revolucionarias en su segmento, y estéticamente parece un 'maxi Captur' con sus 4,41 metros de largo. Son 5 centímetros más que antes y 29 más que un Captur. Para atraer a los inconformistas se ofrecen 20 combinaciones de color para su exterior, pues incluso hay acabados bitono, además de diferentes molduras plásticas 'add-on' para sus llantas de 20 pulgadas.

Sí, has leído bien. Todos los Scénic equipan neumáticos 195/55 R20, una medida inusual que aporta prestancia y que ha requerido de cuatro años de trabajo entre diseñadores e ingenieros, desde que fueran mostradas en el 'concept' R-Space. Y no son ninguna locura, porque su diámetro va acorde con la silueta del coche, mientras su comedida anchura no se traduce en un mayor rozamiento y, por tanto, no generan más ruido, ni más consumo. En un principio nos podría asustar su exclusividad, pero ya las ofrecen Continental, Goodyear y Michelin, con precios entre 110 y 150 euros por neumático.

Aunque no es un crossover, gana 40 milímetros de altura libre al suelo. No para permitir que nos adentremos por pistas off-road, sino para ofrecer una excelente visibilidad, además de un mejor acceso y salida de su habitáculo, cuyo puesto de conducción nos es bastante familiar, pues ya se conoce de los Renault más recientes: Mégane, Talisman y Espace

Multi-Sense. Cinco modos de conducción

Sus asientos son verdaderamente cómodos y frente a nosotros hay una instrumentación digital que se puede configurar desde el sistema Multi-Sense, que nos permite elegir entre los modos Neutro, Sport, Confort, Perso y Eco. Precisamente comenzamos a movernos en este último, que ajusta la entrega de potencia, el tacto del acelerador, la climatización e incluso varía el tono de la iluminación ambiental. El nuevo propulsor 1.2 TCe de 130 CV de potencia es la opción más enérgica en gasolina y, sin duda, una alternativa interesante a los eficientes diésel dCi, pues sobre el papel calca las prestaciones del 1.6 dCi 130 CV y gasta 1,3 l/100 km más. Parece mucho, pero si digo que comprando este TCe nos ahorramos 3.150 euros… Ahora sólo tienes que echar cuentas.

El modo Eco mira tanto por la eficiencia que oculta las virtudes de una mecánica que, por cierto, renuncia a la moda tricilíndrica. Alarga en exceso el recorrido del acelerador -a base de electrónica-, se hace complicado mantener una velocidad constante y, finalmente, acaba por transmitirnos la sensación de que gastamos más que en cualquier otro programa. Para más inri, tiene 'el valor' de puntuar nuestra conducción en su pantalla de 8,7 pulgadas, y es tran estricto que alcanzar el sobresaliente es verdaderamente complicado.

Los modos más recomendables son Neutro y Confort, porque hacen de este Scénic un vehículo realmente agradable, suave y silencioso con el que da gusto rodar kilómetros acompañados de toda la familia. En vías rápidas lo borda, y si afrontamos carreteras de doble sentido se defiende, aunque conviene ser pacientes. Recordemos que es un motor 1.2, y aunque cumple en cuestión de prestaciones, hay que llevarlo muy 'alegre' para sacar lo mejor de él. Así, por ejemplo, los datos de recuperaciones son bastante discretos, y más aún si viajamos con el aforo completo. Además, si circulamos 'ligeros' el consumo se resiente en exceso, alejándose de la eficiencia de la que presume de cara a la homologación.

En concreto, esta versión anuncia un gasto de 5,8 l/100 km, y es curioso que pese a la tecnología que encierra no consiga bajar de los 120 g/km de CO2, que conllevaría no pagar impuesto de matriculación. En uso real, su gasto se ha ido hasta 6,9 l/100 km. No es una cifra para alarmarse, pero si hacemos mucha ciudad llama la atención que escale hasta 8,5 litros, aún equipando un Stop&Start que funciona muy bien. Este 1.2 TCe no se puede solicitar con cambio automático -sería el EDC de doble embrague-, pues sólo está disponible con una transmisión manual de 6 marchas cuyo tacto va en consonancia con el conjunto.

Renault recalca el trabajo realizado para acomodarse a estas llantas de 20 pulgadas, y asegura que no penalizan sus prestaciones, sus consumos o su dinámica. Sobre esto último, decir que las distancias de frenado han sido algo largas, pero puede achacarse a los escasos 1.300 kilómetros de nuestra unidad de pruebas.

La plataforma modular CMF le aporta un comportamiento dinámico muy bueno, a pesar de la altura libre al suelo y de un peso superior al de su competidores. Además, su dirección, con asistencia eléctrica, es más precisa que en su antecesor y nos ayuda a guiarlo por el sitio. Si el firme es irregular transmite cierta sensación de rebote a pesar del generoso perfil de sus neumáticos, que ayuda a filtrar los pequeños baches. Aunque esos rebotes se notan menos que en el Captur. Si el asfalto está en malas condiciones notaremos algunos 'ruiditos' por sus ajustes interiores, pues algunos plásticos deberían ser mejorados.

R-Link 2, contrólalo todo

La pantalla del sistema multifunción R-Link 2requiere aprendizaje, pues casi todo se controla desde ahí. Tanto es así, que gracias a la función One Touch podemos hasta plegar los asientos traseros con sólo tocar su pantalla, aunque también se hace desde un mando en el maletero. Ahora bien, dan un fuerte golpe cuando llegan abajo.

Precisamente en estos asientos traseros ha claudicado el nuevo Scénic, en el que desaparecen las tres butacas individuales. En su lugar hay una banqueta dividida en dos que se pueden desplazar 13 centímetros a lo largo. No sobra el hueco detrás, pues con un conductor como yo de 1,75 al volante quedan sólo 66 centímetros para las piernas de los ocupantes traseros, que tienen salidas de ventilación específicas y dos tomas USB. Si adelantamos sus banquetas, el maletero gana capacidad -también el respaldo del acompañante se abate-, pero curiosamente no equipa -ni puede equipar como opción- el portón trasero eléctrico. Bajo su piso encontramos un doble fondo y, de serie, el kit reparapinchazos.

Renault ha pensado en todo y para facilitar la vida a bordo hay muchos pequeños huecos, que suman 63 litros. Entre ellos destaca la guantera, que se eyecta como el asiento de un caza contra las rodillas del acompañante por su apertura eléctrica. Punto a revisar.

Esta versión, con acabado Zen, tiene un precio bastante ajustado y trae un equipamiento completo. Para enriquecerlo aún más ofrecen diferentes paquetes donde no faltan elementos como el techo panorámico, el Head-Up Display, los faros Full LED… Y todo a precios razonables.

La clave

Reconozco que la apuesta de Renault es muy atrevida, porque el Scénic revoluciona el segmento monovolumen, canibalizado por los SUV. Su imagen impone y sus neumáticos son una apuesta de futuro que no condicionan su dinámica. Me sorprende su menor modularidad, pero tendrán sus motivos en la marca, del mismo modo que mejoraría materiales y ajustes. Este motor es solvente y una alternativa a los dCi, salvo que hagamos muchos kilómetros. Si necesitamos más espacio, siempre estará el Grand Scénic, pero en ambos deberemos echar horas a su sistema R-Link 2.