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Probamos el Audi TT RS Coupé. Un R8 «low cost»

Cuando en 2007 la firma de los cuatro aros se animó a plantar cara a Ferrari, Lamborghini o McLaren con su Audi R8, apostó fuerte. Creó un deportivo de avanzado chasis, con un motor 4.2 V8 FSI de 420 CV, tracción total quattro… Aquello era una verdadera máquina; pero una máquina a la que este Audi TT RS Coupé le sacaría los colores.

Literalmente. Aquel R8 necesitaba 4,6 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h, y los 200 km/h los alcanzaba en 14,9. Eso sí, su velocidad máxima era de 301 km/h, mientras que nuestro protagonista 'sólo' puede llegar a 280 si optamos por un paquete opcional. Ahora bien, en 3,6 segundos llega a 100 km/h, y 'pilla' los 200 en 14,7 segundos. Eso son palabras mayores, porque se codea con los datos homologados por el R8 V10 FSI actual, que tiene 540 CV y un precio de partida de 194.770 euros.

Para conseguir adherir como 'con Loctite' nuestro cuerpo a sus deportivos asientos -los mas altos echarán en falta un reposacabezas de verdad-, esta máquina fabricada en aluminio y acero -es 35 kilos más ligero que su antecesor- suma una efectiva tracción quattro y un rapidísimo cambio S tronic de 7 velocidades, que añade Launch Control. Pero este modelo desarrollado por Audi Sport no es sólo veloz en línea recta.

400 CV de potencia

Es hora de comprobar cómo es de rápida esta criatura, a la que delatan las tomas de refrigeración delanteras, su alerón fijo, sus piezas de fibra de carbono o unos pilotos posteriores con tecnología OLED, otra de las exquisiteces del TT RS.

Acomodarse es un juego de niños, y si puedes, cómpratelo con los baquets opcionales. Frente a nosotros encontramos el puesto de conducción de un R8, con Audi Virtual Cockpit y un volante que suma un botón rojo con el que su 2.5 TFSI cobra vida. Se trata de un corazón de cinco cilindros que ha sido galardonado en siete ocasiones como 'Motor del Año' en su categoría. Palabras mayores y una tradición, la de los cinco cilindros, que en la firma de Ingoldstadt se remonta a 1976.

Revisado por completo, en esta versión eroga 400 CV de potencia, lo que se traduce en una relación peso/potencia de 3,78 kg/CV. Ahora entiendes su manera de 'volar' a ras de suelo. Acelera como un dragster de competición, y para que ello ocurra la única 'complicación' es hundir el pie sobre su pedal derecho. El S tronic sube de marcha cuando su cuentavueltas digital parpadea, y su sistema de escape activo nos obsequia con un poderoso estruendo. Es música celestial para nuestros oídos.

Audi Sport ha puesto a punto su chasis, efectivo a más no poder. Los más puristas dirán quizás que es demasiado noble, pues el paso por curva es más propio de un AVE. Aplomado y efectivo, no te obliga a corregir continuamente mediante su directa dirección para mantenerlo en la trazada adecuada. Eso sí, su zaga tampoco se insinúa, lo que da mucha seguridad y nos invita a ir más rápido cada vez, incluso con los controles latentes -se pueden quitar si consideras que tus manos y tus reflejos son parecidos a los de Mattias Ekström, el piloto de rallycross de la marca-. Pero no conviene calentarse, por lo menos en carreteras abiertas al tráfico. Y si nos gustan los ritmos 'alegres', mejor decantarse por sus frenos cerámicos opcionales. Otra posibilidade es desactivar el modo Dynamic y elegir cualquiera de los otros programas del Audi Drive Select. Aunque ninguno convierte en un delicado 'angelito' a este bólido, que te transmite con fidelidad todo lo que sucede bajo sus neumáticos.

Pero no es incómodo, y tu 'body' soportará largos viajes; sólo que con paradas frecuentes, porque la diversión está limitada por los 55 litros de su depósito, que a ritmos vivos dura nada y menos. Que todos los problemas sean así y se solucionen repostando de vez en cuando. No debería ser un problema para alguien que pague los 79.900 euros que cuesta. Por ese dinero puedes comprar un R8 de 'ocasión', pero este corre bastante más.

La clave

Si compras este bólido, reserva algo para alquilar un circuito, porque será donde disfrutes de esta joya, que corre más de lo que imaginas. Pero no sólo eso. Su paso por curva es preciso, frena de maravilla y, además, está bien acabado. Sin duda, una máquina para disfrutar de la conducción… y por mucho menos que un R8.