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Probamos el Skoda Kodiaq 4×4 2.0 TDI 150. Entrada triunfal

Skoda sigue extendiendo sus tentáculos, y ataca ahora otro frente donde hay mucho en juego: los SUV de tamaño medio. Para complementar por arriba al Yeti -del que este año veremos la segunda entrega- se ha ido a una talla claramente mayor que, sin sacarle por arriba de la pugna con rivales más cortos como Hyundai Tucson, Seat Ateca o Volkswagen Tiguan, ya permite ofrecer en opción una interesante tercera fila de asientos. Son 850 euros para ampliar el aforo de cinco a siete plazas, y apareja elementos 'de regalo' como los apoyabrazos en las dos primeras filas o el doble suelo en el maletero, capaz de acoger, sin coste extra, una rueda de repuesto. Nuestra unidad de prueba equipaba tres filas, y aunque los asientos 6 y 7 no son para adultos -falta altura al techo y el acceso es incómodo-, sí amplía las posibilidades familiares cuando hay chavales en el grupo. Además, la segunda fila corredera, de serie, permite repartir mejor el espacio entre las filas traseras a base de quitar un poco a unos para dárselo a otros.

Y el maletero del Kodiaq es de nota; pues con la configuración de serie 'cinco plazas' cubica 650 litros, u 835 avanzando la segunda fila. Y si la abatimos, 2.065 litros. En cuanto al Kodiaq de siete plazas -la tercera fila se puede esconder, pero no extraer-, hay 560 litros con cinco plazas en uso, y 765 adelantando la segunda fila, mientras que dejando dos plazas el espacio es de 2.005 litros. Y si las siete plazas van en su sitio, para bultos hay 270 litros, que no está mal: cabrán las cazadoras de siete, o las bolsas del súper, o las mochilas del cole…

Y si hay amplitud y versatilidad -recordemos que es un SUV de 470 centímetros, no un Audi Q7-, lo que también encontramos es calidad. El Kodiaq está bien hecho, pues todo encaja al milímetro, nada vibra sobre mal firme y los materiales son buenos. De hecho, hay zonas -algunos revestimientos en la segunda fila, por ejemplo- con más refinamiento y más plástico mullido que en el Seat Ateca, 'pariente' con el que comparte la plataforma MQB, la mecánica e, incluso, la fábrica checa de Kvasiny. Pero es que hasta el tacto de mandos y botones ha mejorado, sin ir más lejos, respecto a la berlina Superb, que ya brillaba a gran nivel.

La virtud de la funcionalidad

Hay buena visibilidad, los asientos son cómodos, todo queda en su sitio -nos gustaría que la pantalla central estuviese un poco más cerca, u orientada hacia el conductor- y hay múltiples huecos para guardar cosas, como las dos guanteras de la derecha y otra pequeña en el lado izquierdo, el cofre central, las bolsas en las puertas, cajones bajo las banquetas delanteras… La funcionalidad es una de las virtudes de cualquier Skoda, pero el Kodiaq lo borda, tanto por elementos de serie -incluye portón eléctrico o un paraguas en cada puerta delantera- como por los opcionales, destacando en esa faceta la apertura del maletero 'por pie', la zona de carga con doble fondo o con protector reversible para el suelo, la red divisoria, el gancho de remolque extraíble…

Ojo con el asunto del equipamiento, pues la lista de opciones es tan larga -a precios ajustados, todo hay que decirlo- que alguien puede pensar, erróneamente, en una pobre dotación de serie. El nivel Ambition, 3.700 euros más barato que el aquí probado, ya viene completito, pero si podemos afrontar la inversión extra que supone el Style habrá recompensa en forma de climatizador de tres zonas, faros led direccionales y antiniebla con función 'corner', navegador con pantalla táctil de 8 pulgadas, servicio de llamada de emergencia E-Call, luz ambiental más cuidada, sensores de aparcamiento delante y detrás, linterna autónoma en el maletero, acceso y arranque sin llave Kessy Full, soporte para dos tablets en la segunda fila, tapicería en cuero y tela, ajuste lumbar en asientos delanteros y, ya en el exterior, llantas de 18 pulgadas. Todo dependerá de lo caprichoso que se sea al personalizar el coche, y puede servir de ejemplo la unidad probada, con la friolera de 13.165 euros en extras vinculados a funcionalidad, confort, seguridad, infoentretenimiento o estética. Lo mejor, estudiar las posibilidades con calma, sensatez… y una calculadora.

Nos ponemos en marcha

El Kodiaq sigue exhibiendo atributos. Uno es el confort, pues hay buen aislamiento de la mecánica, la carretera y el roce del aire, y se viaja cómodamente. Contribuye a ello un motor diésel bastante silencioso y de respuesta suave y progresiva, o el funcionamiento discreto y ágil del cambio automático DSG de doble embrague, aquí con siete marchas. Por ciudad y autovía el Kodiaq es una gozada, y al afrontar carreteras secundarias seguimos disfrutando de un vehículo seguro y fácil de conducir. Y bastante eficaz, porque pasa bien por las curvas, tiene una dirección rápida -2,6 vueltas de volante-, frena como debe… Pero al límite no hay ese dinamismo que sí tiene el Ateca, de movimientos más deportivos en conducción 'alegre', pues el Kodiaq es 33 centímetros más largo y pesa más. En este caso, con el 2.0 TDI, tracción total y caja DSG, son 1.740 kilos, más otros 43 de la tercera fila. Por eso 'apetece' más elegir el programa Sport en el selector de modos de conducción -mejora el tacto de dirección y realza la respuesta de cambio y acelerador-, y por eso no es mala idea pagar los 895 euros del DCC (Dynamic Chassis Control), que ajusta la amortiguación y logra un comportamiento aún más equilibrado. Actitud que se combina con un rendimiento adecuado lejos del asfalto, pues la tracción total trabaja bien al repartir el par, el modo 'off road' personaliza la acción de varios asistentes y hay 18,7 centímetros de altura libre al suelo. Si acaso, se nos antojan justos los ángulos de ataque y, sobre todo, salida: 19,1 y 15,6 grados, respectivamente.

En cuanto a prestaciones, de nuevo el peso juega en contra, pues le hemos medido 10,9 segundos para alcanzar 100 km/h -anuncia 10,2- y tarda 9,2 segundos para recuperar de 80 a 120 km/h: a plena carga, mejor sopesar bien las maniobras de adelantamiento. Y el consumo, correcto, pues la media real ha sido de 7,7 l/100 km, aunque es un litro más que el Ateca a igualdad de mecánica.

La clave

No negaré que esperaba prestaciones mejores de esta versión diésel de 150 CV, o una tercera fila de asientos más aprovechable -es adecuada sólo para niños-; pero esos puntos pasan a ser casi una anécdota dentro de un conjunto tan bien resuelto. Porque el Kodiaq es otro de esos productos 'súper lógicos' de Skoda: funcional y versátil, amplio y cómodo, con mucha tecnología a buen precio… Y la tracción total o el cambio DSG optimizan su rendimiento.