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Audi A1 Sportback 1.6 TDI 90 CV Calidad y ahorro: buena inversión

El A1 es un utilitario 'premium', rival del Mini, y eso se traduce en una factura abultada. De hecho, un Volkswagen Polo con cinco puertas, acabado Sport R-Line y el mismo motor de nuestro protagonista sale por 19.535 euros: casi 1.900 euros menos que el modelo de Audi. Y si alguien dudase entre Polo y A1 la lógica inclinaría la balanza hacia el primero. Sin embargo, hay usuarios que buscan exclusividad, una dosis extra de calidad y una marca con el máximo caché posible, clientes dispuestos a pagar más dinero por moverse en el que coche que realmente les gusta. Y si el A1 nos atrae, la versión TDI de 90 CV no es mala idea. Para empezar, viene igual de equipada que la de 105 CV pero ahorramos 1.000 euros, y las posibilidades de personalización son las mismas, pues existe una extensa lista de opciones -caras, por cierto- para configurar el coche a la medida. En ese sentido, será un primer paso elegir el acabado Ambition, bastante más caro que el Attraction pero que añade cosas interesantes: llantas de aleación ligera, suspensión deportiva, asientos delanteros con más sujeción, faros antiniebla, climatizador automático en lugar de aire acondicionado, ordenador de viaje, apoyabrazos central delantero, limpiaparabrisas con sensor de lluvia, encendido automático de luces y diversos detalles refinados en interior y exterior. O sea, que compensa. Y, a nuestro juicio, también interesa la carrocería Sportback de cinco puertas, que ofrece buen maletero -270 litros- y aporta una ventaja respecto al A1 de tres puertas: el techo se alarga más en su unión con la luneta trasera y eso da más altura en las tres plazas posteriores.

Tacto alemán

Puede que el A1 no sea la referencia del segmento en cuestión de amplitud, pero donde la marca alemana no tiene competencia es en el capítulo de la calidad percibida, pues hay muy buenos materiales, el ensamblaje general es perfecto y se respira solidez. Y como buen coche germano, todo cae en su sitio y cada mando transmite un tacto especial.

Si en parado convence, el A1 sigue sumando puntos cuando nos ponemos en marcha, porque la dirección es rápida y precisa, el cambio de cinco marchas se maneja fácilmente -a diferencia de la versión 1.6 TDI 105, con caja manual de seis marchas, en la de 90 CV sí podemos pedir cambio automático S tronic, que cuesta 1.770 euros-, los frenos cumplen bien -53,6 metros para detenernos desde 120 km/h- y el motor empuja con ganas. Al tener una generosa cilindrada, de 1,6 litros, el par máximo es alto -23,5 mkg-, y encima se mantiene constante en los regímenes de giro más usados: de 1.500 a 2.500 vueltas. El coche no es un misil, y en carretera no presume de recuperaciones fugaces -requiere 10,3 segundos para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta-, pero le hemos medido 11,2 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h, y eso son cuatro décimas menos de lo anunciado. Además, el consumo real es bajo, tanto en ciudad, donde se ayuda de la función automática de parada y arranque, como en carretera. La media real de 5,4 l/100 km nos ha parecido aquilatada, por más que se anuncien 3,8 litros en recorrido mixto, y este A1 se mantendrá alejado de las gasolineras durante días y días gracias a lo que dan de sí los 45 litros de su depósito.

Muy bien en ciudad y cumplidor en carretera, sobre todo si no viajamos a plena carga. No obstante, si nuestro kilometraje anual no va a ser alto puede que nos cuadre la versión 1.2 TFSI de gasolina con 86 CV, 1.530 euros más barata, con prestaciones parecidas al TDI 90 y un agrado soberbio.