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Citroën C4 Cactus. Únicos y personalizados

En una factoría preparada para asumir un segundo modelo cuando se ultime el ajuste de los costes de producción que se está realizando, se fabrica en exclusiva mundial el C4 Cactus, un Citroën singular del que la planta madrileña de PSA Peugeot Citroën fabricó el pasado año más de 80.000 unidades.

Los 1.400 empleados del Centro de producción de Villavarde, que serán 1.730 en 2016, montaron el pasado año una media diaria de 452 unidades, de un modelo que cuenta con 2.500 referencias en la cadena de montaje y del que el 82 por ciento de la producción se disemina por 51 mercados, con especial incidencia en Francia y Reino Unido.

Ideado para atender la demanda más diversa y hacer frente a las necesidades de sus usuarios con tecnologías útiles e innovadoras, colores, mecánica, equipamientos y opciones configuran tal sinfín de posibilidades de personalización, que permiten al cliente disponer de un coche único y diferente. Diferencia que ya desde el primer momento dejan clara los Airbump, esas placas de poliuretano termoplástico rellenas de aire, que protegen de los golpes más comunes, son fácilmente reemplazables y se han convertido en la mayor singularidad del modelo francés.

11 colores de carrocería, 4 Airbump…

Once colores de carrocería, cuatro de Airbump combinables, una gama de motores integrada por tres mecánicas de gasolina y dos diésel, con cambio manual o manual pilotado y seis niveles de acabado, con tres universos interiores, además de la posibilidad de contar con techo cerrado o panorámico integran hasta 38.000 variantes diferentes para que sea difícil encontrar dos Cactus iguales.

No en vano, «el C4 Cactus encarna la vocación generalista que siempre ha tenido Citroën», explica Pablo Puey, el director general de la marca para España y Portugal, que no tarda en especificar que en ese coche «generalista no es sinónimo de anodino», porque, añade «Citroën ofrece soluciones únicas en el mundo del automóvil» y es una marca que rompe con lo convencional. Afirmación que demuestran los exclusivos Airbump o el airbag del pasajero situado en el techo del habitáculo.

También recordaba que en esa ruptura con lo convencional, la marca del doble chevron recupera su histórico espíritu de ser diferente, «porque nadie confunde en la carretera un 2CV, un Méhari o un C4 Cactus con otro coche».