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Conducimos el Seat Ibiza. Carácter y cerebro

El primer Ibiza tenía su aquel. Ya sabéis, el del anuncio con la canción 'People from Ibiza', la estructura Karmann, el diseño Giugiaro y las mecánicas System Porsche. Pero cuando en 1993 llegó la segunda generación, ya bajo la batuta de Volkswagen, el progreso fue asombroso. En tecnología y, sobre todo, en tacto de conducción. Me viene a la memoria ese 'relevo' de hace 24 años porque al probar por vez primera este nuevo Ibiza -quinta generación ya- se aprecia también un salto de gigante. Y ahí es clave, para empezar, la moderna plataforma MQB A0 que el modelo de Seat se encarga de estrenar, y que se extenderá pronto a muchos modelos: el SUV Arona derivado de este Ibiza V, los próximos Volkswagen Polo y T-Roc, el futuro Audi A1 que se fabrique en Martorell desde 2018… Esa plataforma permite racionalizar más la carrocería, pues el nuevo Ibiza apenas varía de longitud o altura -dos milímetros cede la primera cota y uno la segunda-, pero es 87 milímetros más ancho, tiene una distancia entre ejes 95 milímetros mayor y presenta unas vías más generosas: 60 milímetros crece la delantera y 48 la trasera. Como resultado, el coche está más 'plantado' sobre el suelo, lo que se traduce en aplomo lineal, en una pisada en curva más propia de un coche grande tipo compacto… Y de cara a la habitabilidad, el aprovechamiento es máximo, pues según la marca española gana 42 milímetros de anchura interior, 35 en el espacio para las piernas de los pasajeros traseros, hay 24 milímetros de altura extra al techo delante y 17 detrás… La evolución espacial no termina ahí, pues el maletero pasa de los anteriores 292 litros a los 355 del nuevo modelo, todo un récord en su clase. Y por 200 euros podemos pedir -en Style, Xcellence y FR- un doble fondo que aumenta la practicidad, aunque también está disponible la rueda de repuesto -100 euros-, que resta algo de capacidad. Lo que sí es de serie es el respaldo trasero abatible, de tipo 60:40 en toda la gama excepto en el nivel Reference, que lo tiene de una pieza salvo que paguemos 150 euros. Esa es una de las múltiples opciones ofrecidas por el Ibiza, lo que permite configurar cada coche por un dinero razonable.

Tres tricilíndricos de gasolina

Siguiendo con nuestra primera toma de contacto en carreteras catalanas, a la impresión de amplitud y funcionalidad se une la de calidad. Es cierto que el nuevo Ibiza 'dosifica' los materiales refinados -en el FR probado sólo había superficies mullidas en pequeñas zonas de las puertas, como los apoyacodos-, pero el acabado es realmente bueno, pues los plásticos son robustos, todo ajusta bien y nada vibra sobre mal firme. Y el acertado diseño interior contribuye a optimizar la experiencia al volante: visibilidad en todas direcciones, buena postura, mandos a mano y de buen tacto, pantalla central táctil de 8 pulgadas… Si ya se combina con un motor tan voluntarioso como el nuevo TSI de 150 CV -llegará a finales de año-, todavía mejor. Para la gama inicial se ha optado por tres tricilíndricos de gasolina: el 1.0 MPI de 75 CV y, ya con turbo e inyección directa, los 1.0 TSI de 95 y 115 CV, con este último como probable estrella de la familia. En torno al verano, además, se sumarán los diésel, que vuelven a ser de cuatro cilindros: bienvenidos. En concreto, el 1.6 TDI en versiones de 80, 95 y 115 CV. Como complemento ecológico también veremos un Ibiza 1.0 TGI de 90 CV, animado por gas natural CNG. Y la gama permitirá elegir entre distintos tipos de cambio: manual -de cinco marchas hasta los 95 CV y de seis para motores de mayor potencia- o automático DSG de doble embrague con siete marchas.

En cuestión de tecnología el avance es drástico, pues el nuevo Ibiza, ya sea de serie o en opción, dispone de asistente de frenada en ciudad, control de crucero adaptativo ACC, sistema Kessy de apertura y arranque sin llave… La unidad conducida, con nivel FR, equipaba el Seat Drive Profile, que permite elegir entre cuatro modos de conducción, pero también la suspensión adaptativa Drive Select -opción de 280 euros reservada al acabado deportivo-, y la traslación sobre la carretera nos pareció fantástica, pues el coche es seguro, eficaz y fácil de llevar. Estabilidad idónea -se agradecían los neumáticos 215/40 R18 montados- que se combina con una dirección precisa y unos frenos potentes, al menos con los discos traseros que traen los FR. Esperaremos a conducir unidades con tambor posterior para pronunciarnos sobre la eficacia del resto.

Y en cuanto al lanzamiento, quienes reserven su coche antes del 30 de junio se beneficiarán de un equipamiento adicional para cada uno de los acabados: Reference -hay también un Reference Plus, 900 euros más caro pero mucho mejor dotado-, Style, Xcellence y FR.

Ibiza FR 1.5 TSI EVO 150 CV. Más rápido que el primer Cupra

Cuando el Ibiza llegue a los concesionarios en junio su gama no incluirá aún el moderno motor de gasolina 1.5 TSI Evo, con 150 CV y un arsenal tecnológico: turbocompresor, inyección directa, sistema ACT de desactivación automática de cilindros… Nosotros ya lo hemos probado, y con el acabado deportivo FR. Autovía y carretera de montaña, principalmente, para extraer una primera valoración muy positiva de una versión que dejaría rezagado en un tramo de curvas al primer Ibiza Cupra, nacido allá por 1996 -fue creado sobre la base del Ibiza II- y que montaba un 2.0 16V atmosférico, también con 150 CV. El nuevo 1.5 TSI Evo empuja prácticamente siempre, pues a 1.200 rpm ya despliega respuesta y por encima de 1.500 presume de un brío que no decae hasta más allá de las 6.000 vueltas. Además, el paso de cuatro a dos cilindros y viceversa -su objetivo es ahorrar- no se aprecia al volante ni en el sonido.