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Cuando no ganar llena de respeto

«La Fórmula 1 no ha funcionado porque no se ha explicado suficientemente la nueva tecnología», se ha escuchado desde la FIA y sus satélites, equipos incluidos, para explicar las audiencias decrecientes y el menor interés que se percibe en 2014. De eso nada. El Gran Premio de Hungría nos ha confirmado por qué este puede ser uno de los mejores deporte/espectáculo. Acción y emociones en pista, señores, y no le den más vueltas. Motores de última generación y demás  parafernalia solo deberían ser instrumentos ofrecernos lo que vivimos en Hungaroring.

Fue una de las carreras más trepidantes de los últimos años. Es cierto que, en parte, también producto de las circunstancias. La lluvia alteró las estrategias preestablecidas. El resto fue improvisación sobre la marcha. También, un par de coches de seguridad en un trazado donde no han sido frecuentes en el pasado Y genialidad,  mucha genialidad.

Ricciardo arriesga y acierta

La de Daniel Ricciardo, por ejemplo, puro instinto para esa primera parada en boxes que ya encarriló su estrategia posterior. A mitad de carrera enviaba un mensaje al equipo: «esta carrera la ganamos», tenía la foto global en la mente, sabía que había cogido la ola buena desde ese primer cambio de gomas. Se tomó su tiempo y medida para, con gomas blandas en mejor estado que las de Alonso y Hamilton, meter dos 'hachazos' impecables para lograr una merecida segunda victoria esta temporada. Su compañero, con cuatro títulos,  en primera línea de arrancada terminaba con reproches mutuos al equipo. ¿Alguien duda que Ricciardo será campeón del mundo algún día?

Con la personalidad de Hamilton y su talento, el título debería estar abierto hasta la última carrera si la mecánica no sigue traicionándole. Nunca se rinde, es agresivo, es genial y, por segunda carrera consecutiva, sube al podio desde las últimas posiciones. Hizo bien incluso desobedeciendo las incomprensibles órdenes de equipo, derrochando  dignidad ante indigna petición de su equipo ¿Cómo es posible que cuando tu monoplaza ardía el día anterior, cuando has logrado remontar hasta posiciones de podio, luchando por el título, tu equipo te ordene dejar pasar a tu compañero de equipo? Hamilton se plantó. Como tenía que ser.

Fernando Alonso, en otra dimensión

Y para el final, porque requiere ser recordada en categoría aparte,  la actuación de  Fernando Alonso. Si el piloto español es universalmente ensalzado como el mejor de la actualidad, a pesar de no lograr títulos desde 2006, en Hungaroring nos confirmó  que está en otra singular dimensión: la de los grandes en la historia de este deporte. En un mundo donde la tecnología y el nivel de monoplaza tanto determina a quien lo maneja, solo unos pocos son capaces de trascender a las limitaciones del material y sacar el máximo partido a sus armas. 

Posición de parrilla («más allá de lo que merecíamos» decía Alonso el sábado) arrancada ganando posiciones,  mantenerse en los puestos de cabeza en mojado con monoplaza de complicada tracción, acierto estratégico del equipo, cuidado del neumático blando exprimiendo hasta las lonas en último relevo… La actuación del español fue una mezcla de talento con las manos con una magnífica mente que exprimir unas circunstancias excepcionales. Por delante de monoplazas, los Mercedes, un segundo más rápido por vuelta, como mínimo.

Normalmente, en la Fórmula 1, las grandes actuaciones quedan en el imaginario popular y en el tiempo cuando se rematan con la victoria final. Por tres vueltas, Alonso no lo consiguió. Poco importa porque,  tras el Gran Premio de Hungría, es un poco más grande entre los grandes.