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Cuando la Fórmula 1 se vuelve loca

 Lástima que en el paquete también algunos perdieran también la cabeza, como un cuádruple campeón del mundo cuando embiste a su rival con su monoplaza por considerar inadecuada una de sus maniobras tras el coche de seguridad. Un ambiente excepcional del que parecía también contagiarse la propia dirección de carrera. Porque una sanción de diez segundos de sanción no parece la respuesta adecuada a semejante comportamiento. Y paara poner la guinda a semejante guión, el piloto de Ferrari terminaba por delante de un Hamilton que perdía la victoria por el más bizarro de los incidentes.

El asfalto de Baku volvía locos a equipos y pilotos. O los neumáticos tan duros de Pirelli para esta carrera. Que estos lograran temperatura fue el gran calvario para todos. En el caso de Mercedes, se esperaba comprobar si la reacción técnica de sus ingenieros para Canadá había permitido superar los problemas de circuitos como Sochi y Mónaco, especialmente lesivos para Hamilton. En principio, así lo parecía, después de la asombrosa vuelta del sábado en los entrenamientos clasificatorios. Vettel anticipaba que Ferrari podía estar en el ritmo de Mercedes en carrera. Puede que el W08 haya logrado mejorar su falta de regularidad de rendimiento con según qué compuestos y condiciones ambientales, pero habrá que esperar a otros trazados para comprobarlo. Porque todos los esquemas saltaron por los aires tras ponerse el semáforo en verde.

Hamilton-Vettel, pelea de adolescentes

El gran premio fue interrumpido varias veces en sus primeros compases. Los problemas con los neumáticos, además de la beligerancia de varios protagonistas, provocaron un problema tras otro. Varios pilotos se eliminaron en un baile de incidentes, mientras que Vettel y Hamilton se enfrentaron en una pelea propia de pilotos adolescentes, el primero durante la carrera, y el segundo tras ella. Si el caos no fue suficiente protagonista del pasado gran premio, colmó el vaso que un reposacabezas que amenazaba con desprenderse de su monoplaza decidiera un ganador inesperado.

Daniel Ricciardo era superado por Verstappen durante gran parte del fin de semana. Pero se llevaba la primera victoria de la temporada para Red Bull. Lance Stroll era un piloto duramente cuestionado hasta hace pocas fechas, pero subía por primera vez al podio. Y lo hacía perdiendo la segunda posición en la misma línea de meta al ser adelantado por un piloto, Valtteri Bottas, que estaba literalmente fuera de carrera desde sus inicios, pero que recuperaba posiciones de forma inverosímil ?incluso desdoblándose- gracias a ese caos de la carrera.

¿De verdad podría haber ganado Alonso?

¿Más locura? Comprobar como Force India y sus pilotos siguen arrojando puntos por la borda y resultados extraordinario cuando Ocon pasaba factura a Pérez por los problemas en Canadá, lanzando contra el muro a su propio compañero de equipo, perdiendo así un importante botín económico para el equipo. O, tan desconcertante resultaba escuchar, por ejemplo, a un Fernando Alonso en los compases finales de la carrera que reivindicaba poder haber ganado que el Gran Premio de Azerbaiyan con el monoplaza de peores velocidades punta en un circuito de interminables zonas rápidas. O tan inesperado que un equipo consiga sus primeros puntos en el peor circuito de la temporada para Honda. Por no olvidar a un Carlos Sainz que era último en la primera curva por evitar a su compañero de equipo y terminara séptimo por delante del piloto español.

En definitiva, el Gran Premio de Azerbaiyán fue una de esas carreras que rompían los patrones del campeonato vistos hasta el momento. Que se convertía en un paréntesis que da oxígeno a la rutina. Una carrera loca que puede cambiar las cordiales relaciones entre Hamilton y Vettel («Si es hombre, que me lo diga a la cara», retaba el británico al final de la carrera…). Un gran premio que, afortunadamente, ha seguido añadiendo intensidad en una lucha por el título en la Fórmula 1 como no se veía en años.